Por Marco Enríquez-Ominami
El Estado Plurinacional de Bolivia es el resultado de la revolución de una democracia plebeya liderada por Evo Morales y Álvaro García Linera que construyó un contrato social que permitió salir a dos millones de bolivianos de la pobreza y que difícilmente pueda ser roto a pesar de los embates de la derecha fascista.
En estos momentos, sobre la situación de Bolivia, la primera línea de cualquier reflexión, más allá de las posiciones y valoraciones del proceso político de Evo Morales, solamente puede ser esta: la denuncia de un Golpe de Estado, perpetrado en contra de un presidente electo democráticamente, que contaba con un mandato de voluntad popular que debía llegar hasta el 2020, y la denuncia en contra de la persecución y vejación de líderes, lideresas y militantes políticos e indígenas, y de sus familiares.
Evo y la revolución de la democracia plebeya
La Bolivia que enfrentaron Evo Morales y Álvaro García Linera hace poco más de una década, cuando asumieron el poder, era muy distinta. Era un país desigual, no solo y brutalmente en lo económico, sino que también y especialmente en lo social y cultural. Era una sociedad, pigmentocrática, estamentaria, donde la posición de una persona en el entramado social, era definido por su apellido y el color de su piel. Álvaro García Linera llamó brillantemente a esto el revolucionario paso de una democracia fósil, meramente procedimental, que perpetuaba las élites y la desigualdad, a una democracia plebeya. Una democracia que aprendió con Evo a encontrar una identidad y un sentido de lo colectivo, a partir de la demanda por la igualdad.
A Estados Unidos le tomó su primer siglo de historia definir su federalismo, todo el siglo XX en avanzar modestamente hacia la equidad de derechos civiles, y vive hoy sumido en una desigualdad socioeconómica que se expresa violentamente en sus calles. La revolución de la democracia plebeya de Evo, que constituyó un nuevo contrato social en la forma de Estado Plurinacional, logró en 14 años lo que EEUU no ha podido en doscientos.
La encarnación del poder indio
La Bolivia de Evo se descentralizó exitosamente, fortaleció los derechos de su población, fundamentalmente indígena, y aceleró un proceso de modernización y de democratización social y económica que es celebrada en el mundo como «el milagro» de Bolivia. Redujo la pobreza del 60 al 34% y la indigencia del 38 al 15%, lo que quiere decir que casi 2 millones de bolivianos dejaron de ser pobres. Muchos desafíos quedaron pendientes, qué duda cabe: económicos, medioambientales, de género, de salud. Pero los pasos avanzados por la democracia plebeya de Morales fueron gigantes. Y es contra esa igualdad, contra esa revolución exitosa de una democracia indígena, contra la que se ha levantado arteramente la derecha fascista.
Pero esta democracia tan propia, este Estado Plurinacional, que es un contrato social lleno de identidad y de identidades, es difícil que sea roto. En un antiguo documental, que siguió la carrera política temprana de Evo, un indio cocalero lo decía así: «cuando muera el Evo, hartos Evos aquí hay».
Y en su discurso de renuncia la noche del Golpe, esa suerte de encarnación del poder indio que él representa, se volvió a hacer presente. Le dijo Evo a Álvaro García: «No te preocupes Álvaro, que vamos a volver. Ahora hay que salvar vidas», y García le respondió: «Como dijera Túpac Katari: ‘volveré, volveré y seré millones’».
Fuente: Sputnik