Entrevista a Marco Enríquez Ominami, excandidato a presidente de Chile y principal impulsor del Foro de Puebla
Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL
El pasado fin de semana, el municipio de Puebla, en México, fue centro de reunión de líderes de América Latina. Allí, una treintena de ellos provenientes de diez países firmaron al menos tres acuerdos en los que plantean ejes de trabajo y sientan posición sobre algunos de los temas que más conciernen a la región en los últimos tiempos, como el diálogo que se lleva a cabo en Venezuela entre el gobierno y la oposición y el “lawfare”, término utilizado para denominar la persecución judicial a políticos. De este “Primer Encuentro Internacional de Líderes Progresistas” participaron, entre otros, Ernesto Samper, expresidente de Colombia, Daniel Martínez, candidato a presidente por el Frente Amplio en Uruguay, Fernando Hadad, excandidato a presidente por el PT en Brasil, José Miguel Insulza -exsecretario general de la OEA-, excancilleres y congresistas de varios países. La participación más activa fue de México con el gobernador electo del Estado de Puebla Miguel Barbosa y Yeidckol Polevnsky, actual presidenta de Morena, el partido liderado por el mandatario Andrés Manuel Lopez Obrador. En esta entrevista con NODAL, Marco Enríquez Ominami, excandidato a presidente de Chile y principal impulsor de esta iniciativa, expone algunos de las razones que lo motivaron a concretar esta convocatoria.
¿Por qué consideró necesaria la creación del “Foro de Puebla”? ¿De qué manera se convocó a participar de este grupo progresista?
La creación del “Grupo de Puebla” o el acuerdo de Puebla o el consenso de Puebla es producto de una convicción que es que escuchándose uno se entiende, aunque parezca básico. Y que los progresistas, producto de la enorme fuerza del ataque que recibimos en términos de distinta índole y de los castigos electorales, nos desarticulamos. Una de nuestras fuerzas cuando ejercieron el poder los gobiernos progresistas fue la capacidad de diálogo y de unión. Más allá de los egoísmos, de agendas domésticas y de mirar más allá de nuestras propias fronteras. Entonces, inspirados en la convicción de que el único límite es la imaginación nos pareció clave sentarnos, escucharnos y dialogar. Lo segundo, es también aspirar -y ojalá lo logremos- a innovar en las respuestas progresistas. Ya sabemos que los grandes dilemas del progresismo son el capital y el ser humano, el cambio climático, es la felicidad no a cualquier costo, es la racionalidad pública que convive con la racionalidad privada. Todo eso es evidente pero claramente esas respuestas ya no son suficientes. Y, por último, la necesidad de no abandonar la disputa por el cambio en el continente. El cambio somos mucho más nosotros con otras ideas mucho más de vanguardia y progresista que los conservadores que hoy día han obtenido la confianza electoral de sus pueblos.
¿Cuál es la situación en el resto de los mecanismos y alianzas regionales que llevaron a construir algo diferente?
El Encuentro Progresista de Puebla es un complemento, no pretende reemplazar o sustituir. Ninguno de nosotros se salió de ninguna parte, ninguno de nosotros fue en representación de sus partidos. Cada uno representa a su partido, es gente libre que autoconvocadamente participó, que llegó por sus propias decisiones, para juntarse, conversar y debatir. No hay ninguna aspiración a reemplazar ni a debilitar los foros que ya existen y que -además- apoyamos.
En la declaración mencionan la hegemonía comunicacional, ¿qué estrategias se darán para romper ese cerco? ¿A quiénes están dirigidos sus mensajes?
En la sesión de trabajo del domingo acerca de los medios de comunicación y progresismo se denunciaron situaciones anómalas de concentración de la propiedad algunas en algunos tipos de medios, no en todos. Se habló de la necesidad de medios públicos, no de gobiernos, y se habló también de que la publicidad oficial se asigne con criterios técnicos y no políticos, también como garantía para cuidar un bien jurídico clave de la democracia que es el acceso a información. Esos mensajes no están dirigidos a ningún medio sino a los ciudadanos y consumidores que requieren acceso a la información. Por tanto, lo que hemos planteado es que se requieren regulaciones que garanticen cautelar el bien jurídico superior de la democracia que es la libertad de expresión y el acceso a la información.
¿Por qué optaron hacer una declaración específica sobre el llamado “lawfare”?
La reflexión sobre el lawfare se hizo porque efectivamente se observa que tanto en el caso del expresidente de Brasil Lula da Silva como en otros casos, ha habido una sospechosa, inaceptable e impropia selección de parte de los ministerios públicos de algunos países. Había evidentemente una arbitrariedad en el abordaje y el tratamiento al elegir los casos. Más aún, en algunas de esas situaciones no se ha respetado el derecho de sus propios países de la presunción de inocencia y, con evidencias forzadas, se ha inhabilitado a candidatos a participar de las elecciones. Nunca ha sido la tarea de la justicia afectar a los procesos democráticos y de libre elección de los pueblos. Lula debió haber sido candidato y debió haber sido el pueblo brasileño el que decidiera si merecía o no ser presidente. Esto lo decidió un juez y, como ya es de público conocimiento, un juez que pareciera ser que tenía relaciones completamente impropias con los persecutores. Y esto es lo que denuncia el “Grupo de Puebla”.
Fuente: Nodal