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Asamblea Constituyente: la osadía, la esperanza y la responsabilidad

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Andrea Condemarín
Vicepresidenta del Partido Progresista
Algunas personas que por distintas razones se oponen a la Asamblea Constituyente (AC) recurren a la estrategia de desprestigiar mediante caricaturas. En vez de usar argumentos razonables, con más peso y coherencia para articular sus distintas objeciones a una AC, equivocadamente creen que gritar que se acerca el lobo logrará frenar la creciente demanda ciudadana por una constitución que no sea heredada de la dictadura y que nos recuerde los peores momentos de Chile.

 

Los chilenos somos más optimistas y maduros de lo que algunos creen. Valoramos lo que tenemos y, aunque queremos mejorarlo para hacer del nuestro un país más desarrollado y más inclusivo, no queremos poner en riesgo todo lo que hemos avanzado. Queremos una fuerza tranquila de cambio. De ahí que atribuirle a la AC un carácter de amenaza contra la estabilidad, el desarrollo y el crecimiento, sea un profundo error que, en definitiva, sólo refleja los temores de una minoría que no quiere aceptar que Chile cambió para bien y que debe seguir cambiando.

Desde nuestra perspectiva, la AC es una oportunidad inmejorable para que Chile muestre al mundo entero que somos un pueblo preparado, maduro y listo para entrar al club de los países desarrollados, con una democracia sólida y con la capacidad de fijar entre todos las reglas de convivencia de este Chile que queremos cuidar y desarrollar para que sea capaz de darle a todos sus ciudadanos iguales oportunidades para construir sus sueños.

Chile ha crecido y se ha desarrollado desde el retorno de la democracia al punto que atraviesa ahora por el mejor momento de su historia. La desigualdad sigue inaceptablemente alta—y muchos parecen creer que no es una causa de vergüenza nacional que tengamos un país tan desigual—pero nunca hubo tantos chilenos con acceso a oportunidades. Es cierto que hay molestia e indignación por el abuso, porque las oportunidades no se expanden a la velocidad que Chile necesita y los chilenos nos merecemos. Hay además descontento y desencanto con las autoridades porque la gente ve lentitud, complacencia con las cosas como están y, peor aún, creciente corrupción.

Pero los chilenos no somos irresponsables, radicales o irreflexivos. La gente sabe lo que ha costado construir el país que tenemos. Como pasajeros de un avión que atraviesa por turbulencias, nadie quiere que el avión se caiga. Sí queremos que los recursos dentro del avión se distribuyan mejor, que los más necesitados tengan mejor acceso y que haya seguridad y orden para que todos juntos podamos llegar a ese destino común: ser una nación desarrollada y próspera con oportunidades para todos.

Por eso mismo, vemos a la AC como la oportunidad para construir entre todos las reglas que nos regirán en esta nueva etapa. La AC es la oportunidad para que en Chile se consoliden y profundicen los valores democráticos, el respeto por las instituciones, la protección de los derechos de las personas y de la propiedad privada. La AC es el camino para que todos construyamos, con respeto, con profunda convicción democrática y con solidaridad por los que menos tienen, una casa donde quepamos todos y donde haya espacio para que todos podamos crecer y desarrollarnos.

Muchos de los que se oponen a la AC hablan desde el temor y desde la caricatura. Los que abogamos por la AC hablamos desde la esperanza y la responsabilidad. Queremos combatir la desigualdad y expandir los derechos. Pero eso solo es posible a partir de un crecimiento económico vigoroso. No se trata sólo de crecer más. También hay que crecer solidariamente. La nueva constitución nos ayudará a encontrar ese camino, a profundizar y consolidar todo lo que hemos sido capaces de avanzar, pero también a ampliar las oportunidades para que alcancen a todos los que se mantienen marginados.

Estoy segura que muchos de los que hoy temen a la AC y lo explicitan desde sus columnas como participantes del debate público serán un aporte significativo en la AC. Necesitamos que la AC refleje la diversidad de Chile. Queremos gente que promueva la expansión de los derechos sociales y también voces que defiendan la propiedad privada. La AC tendrá voces conservadoras y liberales, mentes brillantes de izquierda y derecha. La AC no será una retroexcavadora ni una muralla de contención. La AC será la gran oportunidad que tendremos todos los chilenos, por primera vez, de construir un puente que nos permita cruzar a ese país donde podamos vivir mejor todos, juntos.