Daniel Flores
El sistema capitalista ha probado lo que puede realizar la actividad humana: ha creado maravillas muy superiores a las pirámides egipcias, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas, y ha dirigido expediciones superiores a las invasiones y a las Cruzadas. Esta apología al capitalismo no es mía, es de Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.
Que le podríamos decir a Marx después de esta frase sacada de contexto: ¿Que es poco marxista? ¿que no es de izquierda? ¿que le está haciendo le juego a la derecha?¿qué excusa vamos a inventar ahora los movimientos de centro izquierda en Chile para seguir perdiendo elecciones, para seguir jugando por separado?
Lo he dicho con todas sus letras. A estas alturas del partido no me interesa la unidad de las izquierdas. Porque entre el PRO con su 11% y el resto de los partidos de izquierda (no concertacionista) que compitieron el 2013, no llegamos al 17%. Y yo lo que quiero es una izquierda que gane elecciones, no una izquierda obsesionada por el testimonio trágico, por ser más marxistas que Marx, más hegemónicos que Gramsci, o por aparecer como los verdaderos guardianes de un inexisente santo grial rojo.
Y además porque estoy convencido que al final del día la gente es más de izquierda de lo que ella misma cree. La gente –lo dicen las encuestas del IDH sin ir más lejos- quiere cambiar el sistema de AFPs, de ISAPREs, quiere que se reparta mejor el chancho, quiere dejar de sentir injusticia en la desigualdad, quiere que la educación sea un derecho por el que no haya que pagar, quieren cambiar la constitución y quieren una asamblea constituyente. La Presidenta tomó estas banderas el 2013 y las soltó el 2015. Hoy en la izquierda nos enfrentamos a una misión de humanidad con varios años de retraso: retomar y hacer realidad esas banderas de reformas progresistas.
Por eso me emociona pero no me desvela la unidad de las izquierdas. Porque no hay gente más contenta en Chile que la derecha conservadora y el empresariado con este eterno intento del “frente amplio” que sucumbe ante el devenir purista de la izquierda. Tenemos que ser más si queremos ganar. Por eso es que creo que la izquierda debe dejar de ser un dogma y comenzar a ser una herramienta de cambio. Porque después de tantos años de “más de lo mismo”, tenemos de nuevo el sartén del Sentido por el mango. Y por tanto tenemos que dejar de embolinarnos la razón con el acero de las distinciones para comenzar a caminar juntos desde el sendero de las semejanzas. Tenemos que hacer que la política en Chile deje de ser parte del problema y pase a ser parte de la solución.
Porque si algo he aprendido en estos años, es que en la izquierda están los brazos y los corazones. Y que necesitamos hacer sentir a la gente que tenemos proyectos que quieren y pueden hacerse cargo. Ese proyecto de izquierda debe ser refundacional. Debe querer construir un país nuevo. Pero hacia delante, a partir del país existente, no derribándolo para comenzar desde los cimientos. Valorando lo bueno del camino realizado. Los que lleguen con retroexcabadora se encontrarán con una ciudadanía que está molesta con el estado actual de las cosas, que quiere cambios profundos, pero que duda de los que quieren empezar de cero. Debemos ser refundacionales en la forma de construir el nuevo Chile. Construir mejorando, construir recuperando, construir inventando, construir sin poner en riesgo aquellas cosas que la gente valora, por muy insuficientes que sean. Es tiempo de hacer nacer el nuevo Chile.