Durante años, los trabajadores profesionales de la gran minería privada del cobre –los “supervisores” en la jerga minera– no contaron con organización sindical. Su relación laboral con las mineras era directa e individual. Pero durante lasúltimas semanas se ha producido un giro: los profesionales de Collahuasi, La Escondida y Los Bronces han constituido y legalizado sindicatos de supervisores. Y no es poca cosa pues, en conjunto, estas tresminas producen más cobre que todo Codelco.
Gran parte de los supervisores considera que las retribuciones recibidas por planificar y operar en esta industria no son proporcionales a las responsabilidades profesionales. En esto hay que ser claros: no se trata que sea poca o mucha plata, sino de si la retribución es justa o injusta considerando las condiciones de trabajo y la magnitud del negocio en que se desempeñan. En estas minas, las decisiones adoptadas por sus profesionales impactan directamente en la integridad física de los trabajadores, y casi todas se valoran en millones de dólares. Además, se llevan a cabo engeografías adversas para la vida humana (los tres yacimientos se ubican sobre los 3500 msnm en la Cordillera de los Andes). Hay además un aprendizaje importante, que viene desde los trabajadores sindicalizados: los supervisores han aprendido de sus colegas no profesionales que cuando los trabajadores se organizan logran retribuciones más favorables y alcanzan mayor protección en sus ambientes laborales. Así, resulta casi natural el nacimiento de nuevas organizaciones sindicales.
Mirado desde fuera y de manera aislada podría resultar llamativo que un segmento de los profesionales de mayores ingresos del país esté apostando a la sindicalización. Pero hoy en Chile lo colectivo se está revalorizando. En distintos puntos del país las comunidades se organizan para hacer presentes sus demandas (Punta Arenas, Aysén, Calama, Freirina, por mencionar algunas), el movimiento estudiantil irrumpe el 2011 cambiando la agenda política del país, y los portuarios se movilizan a nivel nacional. Si a esta corriente nacional agregamos la fuerte presencia del mundo sindical en la gran minería del cobre, el giro que están dado los supervisores de la minería privada comienza a entenderse de mejor manera.
Ahora el turno es de la industria: así como las grandes mineras han comenzado a encontrarse a este nuevo ciudadano que se organiza en sus relaciones con las comunidades que son vecinas de sus faenas, les tocará ahora reconocerlo en sus mismos trabajadores, pues es hoy dentro de la mina donde se reclaman relaciones laborales que valoren lo colectivo y la construcción de relaciones más horizontales.
Las nuevas organizaciones sindicales han manifestado su total voluntad para, a través de diálogo y la negociación, establecer relaciones que mejoren los ambientes laborales y la productividad del sector. Ante esto, la industria minera tiene la oportunidad de demostrar liderazgo en el ámbito de las relaciones laborales, buscando construir alianzas estratégicas entre todos los actores productivos para el beneficio de todos pese a la pésima legislación vigente en materia de sindicalización.
Contamos esta historia porque creemos que importa, porque pensamos que llega la hora de que los distintos trabajadores profesionales del país nos vayamos sumando a los esfuerzos del mundo sindical por buscar una modernización en la legislación del mundo del trabajo, generar relaciones laborales más equitativas, y construir un país donde sus frutos se reparten más equitativamente entre todos.