En la sede del PRO, en su oficina, Marco Enríquez-Ominami recibió en exclusiva al equipo de Revista Sur.
Marco, de 39 años, postula por segunda vez a la Presidencia de la República. Estudió Licenciatura en Filosofía en la Universidad de Chile, después de titularse, realizó un taller intensivo para directores de cine en la Alta Escuela Femis-Paris, Francia. Fue militante del Partido Socialista (1990-2009) y Diputado por el distrito N°10 para el período 2006-2010.
El candidato Progresista sabe lo que es ser migrante. Hijo de Miguel Enríquez, cofundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y de la Periodista y Socióloga Manuela Gumucio, debió partir al exilio a Francia a los 5 meses, poco después de la muerte de su progenitor.
Revista Sur: Tú historia de vida te obligó a vivir como migrante. ¿Cómo fue tu experiencia y qué rescatas de ella?
Marco Enríquez-Ominami: Había en las clases medias bajas una cierta distinción. A mí me tocó una familia bastante sencilla en París. En ese mundo había una clara distinción, un inmigrante económico era visto negativamente, un migrante político era visto incluso con admiración porque éramos víctimas de Pinochet, que era considerado el monstruo.
Viví en el multiculturalismo que es de donde más aprendí. La riqueza del sistema educativo público francés, que me tocó a mí, no fue tanto aprender griego, latín o matemáticas tempranamente, fue sobre todo aprender del multiculturalismo. Viví con árabes, gitanos, marroquíes, argelinos. Era un mundo donde el lenguaje se resignificaba y el respeto era distinto
Vivía en ese mundo multicultural, donde aprendes a respetar al otro y entiendes que ahí están los valores, en la diversidad
RS: ¿Qué opina de la migración en Chile?
MEO: La inmigración nuestra es una inmigración económica, que creo que pertenece a lo malo nuestro, en el sentido que no se hace con planificación, es parte de lo difícil de Chile, que tenemos una ausencia política en esto. Tenemos una legislación anticuada hecha en dictadura, tenemos una falta de debate, la televisión informa poco de esto, dependemos de los alcaldes, que quieran tener un plan o no tenerlo, echo de menos una política de Estado en materia migratoria.
Chile está por debajo del porcentaje mundial en materia de inmigración, eso significa que todavía hay mucho por hacer. Creo que estamos en un mal paso, porque se ve con desconfianza, con temor y desde la política, que es donde están los dirigentes, los que se supone que son la vanguardia, no hay ningún esfuerzo de incorporar en el lenguaje los bienes de la migración, si se hace planificadamente, honrando los convenios internacionales en materia de DD.HH. Es difícil, porque hay que compatibilizar muchas cosas, pero creo que esto es una oportunidad y no una amenaza.
RS: ¿Cuál es tu impresión de la actual ley de migración y qué te parece el Proyecto de Ley presentado por el Gobierno?
MEO: No he visto el nuevo proyecto completo, pero vi una minuta. Creo, primero, que nosotros tenemos un problema educativo, insisto, creo que el lenguaje construye realidades y hablamos poco de este tema, por eso acepté esta entrevista con celeridad.
Creo que la fantasía del nuevo proyecto de ley es muy complicada, porque está esta idea, por la vía de los hechos, de aplicar un criterio selectivo a la migración. El último político que trató de defender la migración selectiva fue Sarkozy y salió derrotado porque suena potente, pero si te detienes es gravísimo, porque te lleva a un punto donde puedes terminar separando familias.
Es un mal proyecto. Yo partiría por capacitar a nuestras policías, a nuestros funcionarios, a nuestros tribunales, a nuestros políticos. Creo que hay un problema de lenguaje, la inmigración es vista como una amenaza por los chilenos y es vista con poco sentido de reciprocidad. He oído a chilenos que dicen que los extranjeros vienen a quitarles la pega, yo les pregunto, ¿por qué los argentinos deben aceptar chilenos estudiando gratis en sus universidades?
Yo creo en el multiculturalismo, en fronteras que respiran y que son porosas.
RS: Como Diputado, ¿qué medidas impulsó en favor de los migrantes y la integración?
MEO: No recuerdo bien. Yo presente casi 200 leyes, yo legislé y mucho, pero no me sé de memoria todas.
RS: En tu programa presidencial, ¿cuáles son tus propuestas para la población migrante que vive en Chile?
MEO: Fui a una reunión muy potente en la Universidad Diego Portales, que tiene un programa de DD.HH. muy potente. Me impresionó mucho lo brillante, así que pedí repetir ese taller para fijar nuestra política migratoria, pero te puedo decir ciertos titulares:
Política de Estado. No dejar el tema a la discrecionalidad de un buen o mal alcalde. Ponerlo como un tema relevante, yo sí creo que hay un espacio en materia de no discriminación que parte desde la falta de institucionalidad que tiene la ley antidiscriminación que afecta directamente a la inmigración.
Tenemos un problema de institucionalidad. No basta con hacer leyes y decir que no se discriminará, si no que falta quien active ese derecho. El derecho no se activa frente a una ventanilla de modo pasivo, sino que de modo activo y eso significa más Estado.
La migración hay que hacerla justa y ojala Chile se transforme en el país más justo del mundo
RS: En Santiago varias municipalidades han asumido su rol frente a los migrantes, pero con políticas distintas (Oficinas o Programas Migrantes). ¿Cómo se integran las políticas locales en torno al tema dentro de las políticas estatales?
MEO: Bueno, con una institucionalidad estatal. Chile no es un país federal, por tanto los territorios están todos integrados administrativamente, tanto así que los intendentes y gobernadores son inspectores coloniales, entonces hay que hacer una política de Estado.
A mí no me gusta la discrecionalidad a la que está entregada la inmigración, o sea que un alcalde se levante y diga yo voy a armar una oficina… ¡¡¡Bingo!!!… pero qué pasa con el alcalde que no tiene esa convicción. Yo creo en la obligatoriedad de ciertas cosas.
Hay que crear una institucionalidad. Por ejemplo, me llama la atención que la subsecretaría de Derechos Humanos no se haya creado, yo creo que es re importante para estos temas. Por ejemplo, me llama la atención que en la ley (de migración y refugio) la referencia a los derechos humanos sea muy leve, sin convocar a todos los entes que ya existen en derechos humanos a participar en esta política.
Como viví en Francia, este es uno de los países faro en materia de inmigración. Francia tuvo una política de puertas abiertas elogiada a nivel mundial como la tierra del exilio económico y político. En los últimos 10 años, efectivamente, el sistema ha ido capotando. Hay una frase de un político que fue muy equivocada pero sincera, él dijo “Francia no puede recibir al mundo entero”. Lo que quiso decir es que Francia iba a abandonar su tradición.
Chile tiene una oportunidad. Como todavía aquí el tema no es una gran amenaza, estamos a tiempo de hacer las cosas súper bien. Yo creo que es bueno de hacer las cosas en frío. No estamos viviendo lo de Francia
Ayer vi el partido de Francia-Brasil y unos amigos medios perversos me decían “dónde están los franceses”, bueno si se trata de eso yo también soy francés y mira mi color. La selección francesa es algo muy impresionante, donde se puede ver lo fascinante del multiculturalismo.
Chile está a tiempo de proponerse una política migratoria en serio. Es mi concepto de la campaña. Para que haya estabilidad hay que cambiar ahora, que estamos en un momento bien espectacular en Chile, donde todavía hay abundancia económica, hay espacio para hacer la educación gratuita, hay espacio para estos temas. Piensen que cuando estemos en crisis económica, habrá cero espacio para discutir estos temas.
RS: Qué pasa con los migrantes chilenos en el exterior. ¿Posee propuestas para ellos? ¿Cómo se los acerca y vincula al país?
MEO: Dos cosas. El voto de los chilenos en el extranjero es algo crucial. Pero yo iría más allá y tendría diputados en el exterior, buscando la manera de que tuvieran simetría jurídica y legal respecto del Estado de Chile.
Lo segundo tiene que ver con nuestras embajadas. Nuestra diplomacia está súper despegada de su comunidad, hay que hacer más. Es cierto que hay un tema de recursos y que los diplomáticos hacen maravillas con nada, pero hay que buscar que nuestras embajadas no sean una empanada, un clavo, un poncho y un vino tinto para el 18. Hay que buscar recursos, cosa que las embajadas no sean sólo para ir a buscar visas, si no que acerque a la juventud, a la tercera edad.
RS: ¿Qué opina sobre la ley antidiscriminación?
MEO: La ley es buena pero no tiene institucionalidad. Debe haber un correlato entre tu objetivo y el procedimiento. Yo creo en los objetivos en la vida, la finalidad de las cosas. Pero también es cierto que los procedimientos son importantes, si haces una ley que dice que no se discriminará en Chile y no dices cómo… El orden de los factores afecta la conversación en política. La ley fijó el objetivo pero no dijo nada del procedimiento.
RS: ¿Cómo se educa el respeto y la tolerancia en este marco?
MEO: La televisión es muy importante, no hay revolución sin televisión, internet, el aula, la educación, los hábitos se construyen desde pequeños.
He visto a mis hijas contarme chistes racistas de otros niños y soy yo quien debe decirles que ese chiste está prohibido. Me detengo a explicarles que el color de piel no es relevante, no es el tema en la vida y esas cosas obvias. Pero yo no sé cuántos papás se detienen a decirles a sus hijos que reírse de los peruanos, de los bolivianos no es aceptable. Pero reírse en el sentido racista, porque siempre es bueno el humor político, reírse de los chilenos, de los argentinos… no quiero parecer beato, hay que reírse de todo, pero una cosa es el humor y otra cosa discriminar.
Me acuerdo que cuando llegué a Chile, en el Colegio que estuve, había un negro y me impactó el trato que le dieron a ese negro. En Francia éramos todos negros, era el revés. Pero aquí la manera en que lo singularizaron. Aquí hemos hecho discriminación de todo, del apellido, del barrio, de todo… es muy demencial y esa es la esfera pública que hay que reconstruir.
RS: ¿Cuál es el mensaje que le deja a la comunidad migrante?
MEO: Decirle a la comunidad migrante que yo fui migrante y conozco esa realidad. Me tocó ver lo humillante y traumático de integrarse a una sociedad sin saber cómo comprar el pan. Pero vi también como ciudadanos franceses se acercaban y nos ayudaban en la integración.
En eso estoy en deuda con la comunidad inmigrante. A veces uno se desborda con temas coyunturales.
Quiero decirles que conmigo tienen una garantía. Cuando sea Presidente tendrán un corazón comprometido en eso, no es retórico, porque fui migrante. Conozco lo que es llegar a un país y que te miren con desprecio, porque hay chovinismo.
La migración hay que hacerla justa y ojala Chile se transforme en el país más justo del mundo.