19th Ave New York, NY 95822, USA

Bonos: una forma de camuflar la desigualdad

meo0242

A comienzos del siglo XX el cohecho, junto con la compra de conciencias, suponía para la oligarquía una especie de indemnización destinada al ciudadano pobre para que votara por un candidato liberal o conservador, garantizando el Ejecutivo y el Parlamento en favor de una de las elites.

 

Ni Maquiavelo descubrió una mejor forma de conservar el poder sin recurrir a la fuerza, o mejor, ser amado sin ningún esfuerzo. Cuenta Manuel Rivas Vicuña que los electores se indignaban cuando los candidatos acordaban repartirse los cargos y, por consiguiente, hacían innecesario el cohecho – algo similar a la elección Frei Ruiz-Tagle y Allamand, en la Región de Los Lagos, en la última elección parlamentaria -.

 

En este caso la focalización, que consiste en subsidiar a los más pobres, junto a los bonos, constituyen la forma mucho más sutil y ladina de cohechar a los ciudadanos, de manera que se mantenga incólume el modelo social y político instaurado por la dictadura y perfeccionado, en relación geométrica, por la Concertación. Hay una diferencia substancial entre la pobreza y la desigualdad: Chile en apariencia es un país rico, pero en la realidad es uno de los más desiguales del mundo. Hasta el más lerdo intelectualmente captaría que son muy pocos los ricos y muchos los pobres. Por lo demás, las estadísticas muestran matemáticamente la monstruosidad del marasmo chileno: El Índice Gini puntúa de 0 a 1, donde 0 es la igualdad absoluta y 1 es la máxima desigualdad. Chile se encuentra cerca del 0.50, Haití en el 0.60, la OCDE en promedio es de 0.31. Desde este punto de vista Chile ostenta un récord de desigualdad. Paradójicamente, previo a la recaudación de impuestos Alemania tiene un 0.50, pero una vez haciendo efectiva la recaudación de impuestos baja a 0.30, mientras que Chile continúa sin mayor variación.

La distancia entre el 20% más rico y el 20% más pobre es abismante: el quinto quintil concentra el 51% de la riqueza del país mientras que el quintil 1 tiene apenas el 5.4%. Las AFPs son dueñas de casi la totalidad de las acciones que se transan en la Bolsa de Comercio, invirtiendo el dinero de las cotizaciones de los trabajadores chilenos que posteriormente prestan a ellos mismos, con tasas máximas convencionales cerca del 50%. Literalmente los dueños de Chile son cinco familias que ejercen la totalidad del poder y por otro lado un 14,5% de pobres (erróneamente calculado) reciben subvenciones y bonos a fin de que se mantenga el statu quo.

No hay lugar a equivocaciones: aun cuando no estoy de acuerdo con los bonos y subvenciones, mucho peor sería que no existieran, siguiendo la teoría radical de la escuela austriaca (Hayek), contraria a todo tipo de ayuda por parte del Estado y partidaria de dejar morir a los perdedores del mercado.

Es necesario marcar con claridad las diferencias en las formas de enfrentar la desigualdad: la primera es atacar la pobreza y la desigualdad por medio de subvenciones y bonos – practicada al grado heroico por Bachelet y luego por Piñera, plano en que no hay diferencia entre Concertación y Coalición, entre mercado liberal y mercado social -; la segunda se refiere al urgente cambio del sistema tributario, que marca la forma de construir un país, que supondría establecer un sistema impositivo que haga caer de modo justo la carga pública sobre las grandes empresas y los más ricos, favoreciendo a las pequeñas empresas y a los más pobres. Esta reforma supone en la práctica la antítesis del modelo actual. En este plano, los Progresistas nos ubicamos en una vereda contraria a un sector de la Concertación y a la Derecha que mantienen el statu quo. La tercera forma de enfrentar la desigualdad se refiere a la contradicción entre el extremo liberalismo y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. El extremo liberalismo supone que solo el individuo puede decidir, en razón de sus ingresos, el tipo de educación y salud que le conviene – toda la sociedad es un gran supermercado, en el cual elige el producto que le parece adecuado a su estándar económico y sus preferencias; en este sentido la Derecha es consecuente cuando es partidaria del voucher y del lucro en educación-. La igualdad de oportunidades supone educación y salud de calidad para todos, sin excepción, y un Estado regulador.

Los bonos solamente constituyen un paliativo que no cura la enfermedad sino que simplemente la amortigua.

Marco Enríquez-Ominami