Marco Enríquez-Ominami
Con satisfacción hemos recibido la noticia que señala que el Ministerio de Relaciones Exteriores resolvió mantener los valores de las visas de residencia temporal, sujeta a contrato y de estudiantes, vigentes al 31 de diciembre de 2015 para los extranjeros que las soliciten. Los cuestionamientos a la propuesta inicial surgían del llamativo aumento en los precios para los ciudadanos provenientes de Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y Haití, que se duplicaba en algunos casos.
Según la normativa vigente, estos valores deben fijarse basándose en el principio de reciprocidad, es decir, según los cobros que los demás países realizan a los chilenos migrantes al momento de tramitar la obtención de una visa similar. A la luz de la primera propuesta de Cancillería, resultaba al menos curioso que el alza afectara precisamente a aquellos países de dónde Chile recibe más migrantes. Eso, sin contar la señal contradictoria que constituía respecto a la política de Chile en materia de integración vecinal. Sabido es que, junto con las consideraciones técnicas, muchas veces el enfoque de política exterior debe ser tomado en cuenta en este tipo de decisiones.
Del mismo modo, si como país actualmente ofrecemos todo tipo de facilidades de inversión y comercio, resultaba ilógico dificultar económicamente la permanencia de quienes con su presencia, cultura, idiomas y colores enriquecen la vida social chilena. Considerando las problemáticas inherentes a la condición del migrante, parecía paradójico, desmesurado y hasta insensible que a través de la política de precios de las Visas se complejizara su posibilidad de regularización, más aun en el actual escenario económico regional e internacional.
En la práctica, un alza en los valores de las visas lo único que lograría sería dificultar la vida cívica y social de las personas extranjeras, aumentando la precariedad de su situación y haciéndolas vulnerables a abusos y atropellos. Tomando en cuenta que el precio que se proponía aplicar inicialmente para las Visas 2016 incluso excedía los sueldos mínimos de nuestros países vecinos y en algunos casos, hasta nuestro propio salario mínimo, se podría concluir que la señal que envía Cancillería al mantener los valores 2015 apunta en la dirección correcta: no sólo ser un buen alumno, también ser un buen compañero.
Confiamos en que esta importante medida anunciada por Cancillería ayudará a intensificar los esfuerzos por una nueva ley migratoria que nos permita transitar de manera coherente, desde una política histórica de hostilidad hacia una de hospitalidad con quienes eligieron ser parte de Chile.