Alguien podría entender que, en nombre de la patria, se vendan sus empresas; que las personas ya no puedan circular libremente por sus carreteras y deban pagar peajes abusivos por todas partes; que, en nombre de la estabilidad macroeconómica de la patria —la cual no es más que la timba financiera de los millonarios que juegan en la bolsa—, se saque mes a mes, de los bolsillos de los trabajadores, un montón de plata que se supone debería destinarse al pago de jubilaciones?
Esta collera entre Kast y Kaiser, corre con un solo gran afán: representar la venta de la patria como si fuera eso un gesto de soberanía. Pero es al revés, y es bueno desvelarles el truco desde un comienzo. Ellos quieren gobernar para las fortunas globales, no para los empresarios locales. Para los que cuidan su plata en Panamá, para los que sueñan con hacerle la América a Elon Musk. Quieren verlo llegar a Marte a Elon, no a fin de mes a nuestros viejos.
La confusión ideológica es inevitable cuando confundes al país y al Estado, con la administración de una empresa. Hace poco en una entrevista Kaiser dijo que “Los dinosaurios políticos de nuestro país, no quieren que entren nuevos oferentes”. Oferentes, dice el diputado, o sea, “personas o empresas que brinden un servicio o un producto para obtener ganancias”. Completemos el silogismo al diputado; “Los dinosaurios políticos no quieren que entren nuevos dinosaurios”. Eso es lo que el inconsciente del joven diputado dice, porque representa más de lo mismo; que es la defensa, desde el parlamento y ojalá desde La Moneda, no de las empresas, sino que de las grandes fortunas, que hoy son tan grandes que son inimaginables. Son vasallos dedicados a legitimar ese gesto globalista con lo contrario, con un slogan de patria y soberanía. Pero son lo contrario, son su venta.
El Estado no es una empresa ni la política un mercado al que se llega a servir para obtener ganancias. Es verdad, eso lo han hecho desde hace décadas los dinosaurios, los políticos oferentes. Fueron, sin ir más lejos, los abogados de las salitreras quienes, desde el parlamento, le hicieron un Golpe a Balmaceda cuando se le ocurrió al Presidente realmente Liberal, la locura de usar esa riqueza no para las fortunas particulares, sino que para desarrollar Chile.
Que lo que parece nuevo no lo sea, y que nos prometan cambios como si fueran el gato pardo lo hemos visto cientos de veces, pero, eso no quiere decir que las cosas no puedan cambiar. Eso, al revés, quiere decir lo contrario; que las cosas tienen que cambiar de una buena vez por todas.
¿Más contradicciones ideológicas? Una fundamental. Ellos quieren vivir en un país sin Estado, siguiendo las teorías económicas no restrictivas de gente como Milton Friedman, quien sostenía precisamente lo contrario, que, en un sistema completamente libre de intervención estatal, la migración no sería problemática porque correspondería al mercado hacer prosperar, sin fronteras, a quienes se lo merecen. Ese es el horizonte de Republicanos y Libertarios porque ¿Quién ganaría con ese horizonte libertario? No la patria, no la gente. Adivinen quién ganaría, sí, pongamos cara de sorprendidos; los que se suponen son las víctimas del Estado, no los empresarios sino que las grandísimas fortunas que seguirían haciendo, porque ya lo hacen y lo han hecho por décadas con auspicio de la socialdemocracia, dumping social, vale decir, usando la migración para bajar los salarios y relativizar derechos a punta de migrantes dispuestos a trabajar por poco o casi nada. ¿No están dispuestos a trabajar por poco? Pues hay una cola bien grande afuera esperando su puesto. Que los defiende un sindicato, entonces nos llevamos las empresas a donde podamos seguir explotando.
Es, en definitiva, la collera Kast y Kaiser una competencia interesante, no por sus diferencias, sino que por lo que pasa cuando dos personas se indiferencian y se parecen tanto que se convierten en indistinguibles; como desean lo mismo, pelean. Como son incapaces de diferenciarse, dice la historia, solo uno puede quedarse para escribirla. Le pasó a Caín y a Abel y le pasó a Rómulo y a Remo. ¿Pasará lo mismo con los gemelos Ka-Ka?
Fuente: interferencia.cl