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Columna | Se busca Mr. Hyde – por Marco Enríquez-Ominami

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La proyección, en psicología, es ese mecanismo de defensa en el que una persona atribuye sus propios pensamientos o impulsos inaceptables a otra persona, para evitar reconocerlos en sí misma. […] Durante años, la familia Chadwick Piñera, sus fiscales y sus medios de comunicación me acusaron de corrupto, y resultó, como es público y notorio, que eran ellos los corruptos.

La proyección, en psicología, es ese mecanismo de defensa en el que una persona atribuye sus propios pensamientos o impulsos inaceptables a otra persona, para evitar reconocerlos en sí misma. Es un proceso, decía Freud, inconsciente, que permite al individuo deshacerse de emociones o deseos oscuros o perversos que le generan conflicto.

Durante años, la familia Chadwick Piñera, sus fiscales y sus medios de comunicación me acusaron de corrupto, y resultó, como es público y notorio, que eran ellos los corruptos. Los denuncié hasta el cansancio. Lo que hicieron fue, simplemente, sacarme de la carrera cuando les iba ganando, y lo lograron. Me hicieron tropezar una y otra vez, desde entonces. Cada vez que me levantaba. Han sido diez años de juicios. Lo denuncié, presenté pruebas, y a nadie le importó.

La proyección de lo inaceptable funciona en la derecha como en el ejemplo de un libro. Hacen lo mismo con la democracia: le buscan dictadores en el clóset a sus contrincantes, para “empatar sin renunciar” y sentirse cómodos con el autoritarismo del otro. Pero usan, además, otro mecanismo, distinto pero parecido, que es el desvío de la culpa.

Para no hablar solo de Chile, es interesante observar cómo la prensa española y chilena comunican el problema del Rey Juan Carlos de España, que dimitió en favor de su hijo Felipe VI y se retiró a un monasterio en Qatar, desde donde ha tenido que enterarse de que han llegado a los medios denuncias, de una de sus colaboradoras más estrechas, sobre el rol del Rey en el intento del golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981. Según esos audios, no habría sido en favor de la democracia la intervención del Monarca, como siempre se nos había dicho, sino todo lo contrario. Sin embargo, los medios de comunicación, igual que acá, casi todos de derecha o del establishment, en vez de seguir el impacto histórico de la noticia, se han dedicado a indagar en la vida sexual del ex monarca, lo que, según ellos, sería muy diferente a la de su hijo, quien, por tanto, implican ellos: merecería seguir gobernando.

Matar al padre en nombre del hijo es otro mecanismo, el sacrificial. Pero hay uno más simple y pedestre, que es el intento de desviar la atención de la gente hacia lo sexual y lo perverso de la noticia, y no hacia sus implicancias políticas. Con el caso Hermosilla hace rato que se trata de hacer lo mismo: llevarlo a la sección de cahuines del diario, y no a donde pertenece, que es a la de política y de Economía y Negocios, la única donde ni El Mercurio miente.

Proyectar los deseos perversos y las corrupciones, y desviar la atención hacia las perversiones sexuales y de alcoba de las noticias, son mecanismos usados por la derecha, pero no únicamente. Cuando yo denuncié a Chadwick y a Piñera por lo mismo de lo que ahora se les acusa, gran parte de la izquierda aprovechó de subirse al carro de los perversos y me apuntó con el dedo diciendo: vendiste a tu padre. Esa misma izquierda, fatigada de gorda en el poder, que rescató a Pinochet, que renunció a buscar “verdad y justicia”, me acusaba a mí de sus propias perversiones. Porque se esfumaron cuando, junto al grupo más cercano a Miguel, después de muchos años y peleas, por fin habíamos logrado levantar una investigación y un juicio en contra de su asesino, Miguel Krassnoff.

Jung, que escribía mejor que Freud, hablaba de la “sombra” para referirse a ese aspecto del inconsciente que contiene los rasgos y deseos no aceptados de una persona. Decía que es esa sombra, esa versión oscura de uno mismo, la que ciertas personas proyectan especialmente sobre sus enemigos, como lo hacía, por ejemplo, el Dr. Jekyll sobre Mr. Hyde. Sin embargo, estos mecanismos tienen una debilidad: solo funcionan en la oscuridad. Cuesta sacarlos a la luz porque ellos manejan el interruptor de lo que la prensa puede o no iluminar, pero cuando se les escapa de las manos, como en este caso, esos mecanismos dejan de funcionar. A manotazos, tratarán de reconstruirlos buscando a algún nuevo Mr. Hyde, menos peleón, menos vengativo, en quien proyectar sus corrupciones o con quien distraer a la gente, embolinándoles, otra vez, la perdiz.

Fuente: Interferencia