Por: Alicia Gariazzo , economista
La derecha afirma que la economía se desacelera cuando los empresarios pagan más impuestos. No opinan sobre lo que pasará cuando nuestros recursos naturales se agoten y los inversores se vayan a extraerlos a otros países. Que en Chile ya están disminuyendo nuestros minerales, pesca y bosques. Agregan que la ausencia de inversiones produce desempleo lo que significa que las grandes mayorías debemos agradecer a los grandes empresarios que nos permitan sobrevivir.
Ignoran la teoría económica que nos enseña que los empresarios siempre buscan la máxima utilidad. Para ello tratan de bajar costos, entre los que la mano de obra ocupa un alto porcentaje. Lo hemos visto en las últimas décadas cuando desapareció la protección al trabajador y aparecieron infinitas formas de trabajo precario, como terciarizaciones, trabajo por tarea, trabajo infantil y hasta trabajo esclavo o semiesclavo. Es por eso que los empresarios de Chile no sienten remordimiento cuando trasladan sus talleres al Asia. Además, la tecnología moderna y la industria digital son expulsoras de mano de obra. Si pensamos que solo una grúa en nuestros puertos eliminó 400 estibadores, podemos imaginarnos lo que ello ha significado en la minería, en cortar y pelar árboles a través de máquinas computarizadas; en la agricultura con riego por goteo computarizado. Y no se puede obligar al empresariado a regresar al uso de tecnologías antiguas o a que tengan responsabilidad social y protejan a los trabajadores. Pero tampoco debemos creerles cuando exigen “agendas para renovar la confianza”, que lo único que significan es que continuemos sin cobrarles impuestos, que mantengan el FUT o que los inversores extranjeros puedan sacar las divisas que quieran cuando quieran.
Es claro que es el Estado quien debe impulsar las medidas para crear empleo, sea apoyando en forma efectiva a los pequeños y medianos emprendedores, con asistencia técnica y créditos sin tarifas usureras o invirtiendo en aquellas actividades que no interesan a los privados. Lamentablemente los neoliberales castraron al Banco del Estado de sus objetivos originales y la Constitución no permite al Estado intervenir en la economía dada su definición de subsidiario. Eso es grave, porque hay inversiones imprescindibles que jamás harán los grupos económicos. Por ejemplo, los dueños de la energía jamás invertirán en energías no renovables en pequeña escala. Solo el Estado podría invertir en pequeñas empresas de energías renovables regionales, que al terminar con las altas inversiones, podrían quedar en manos de cooperativas y vender energía, incluso, a los países limítrofes a nivel regional. El empequeñecimiento del Estado y el uso político de partes de este ha afectado mucho la eficiencia. Se debería hacer una encuesta al personal de la Administración Pública acerca de las tareas que no puede cumplir eficientemente por falta de personal calificado. Sabemos que falta personal en los hospitales. Los aduaneros en huelga informaron que necesitan más personal para impedir el ingreso de la droga por la frontera norte y otros pasos. Se requiere más capacidad estatal en todo lo referido a medio ambiente, emergencias, océanos, fenómenos telúricos, innovación tecnológica y educación científica. Racionalizar el Estado, aumentando el personal, a través de concursos serios que valoricen el trabajo de sus profesionales, para cumplir tareas inconclusas, también crea empleo.
Para esto se necesitan más recursos, pero no hay que desestimar el trabajo voluntario en una sociedad que cada vez va a tener más abuelos y menos nietos. El aumento de la longevidad y su impacto en el país deberán analizarse y tendrá que ser el Estado quien creativamente piense sobre el manejo del ocio y la mano de obra desocupada de los mayores. Si siguen desapareciendo fuentes de trabajo y continúan los problemas de transporte se podría pensar en disminuir la jornada laboral a seis horas y hacer horarios diferidos en algunos lugares de trabajo del centro de las ciudades.
Pero todo esto requiere cambiar la Constitución y devolver al Estado el rol protector y planificador que le corresponde. También se necesitan más recursos por lo que se debe llegar a un sistema impositivo como el de los países de la OCDE a la cual pertenecemos.