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Descentralización para una mayor igualdad territorial

meoprensa144

Se ha dicho hasta el cansancio. Chile es un país desigual. Mientras la región de la Araucanía tiene un PIB per cápita que bordea los 11 mil dólares, Antofagasta tiene un PIB per cápita que supera los 30 mil dólares. A su vez, si la región del Biobio tiene un 28.2% de pobreza, la región de Magallanes tiene un 7.1% de pobreza, es decir cuatro veces menos. Pero esta desigualdad se expresa de manera aún más aguda y cruel, a nivel comunal. Por ejemplo, mientras la comuna de Los Alamos, en la Araucanía, tiene una pobreza de 41.3%, la comuna de Vitacura tiene una pobreza de 0.1%

 

Claramente, esta desigualdad económica entre regiones y comunas tiene su origen en una inequidad territorial y política. Santiago sigue siendo una de las capitales más segregadas de Latinoamérica, que a su vez ejerce un centralismo desmesurado e ineficiente sobre el resto de las regiones. A nivel político existe consenso generalizado sobre la imperiosa necesidad de aumentar los niveles de autonomía de las regiones, es cierto. No obstante, en los hechos, a la hora de concretar, esta agenda no avanza. Quienes han seguido e impulsado la discusión sobre la descentralización lo saben bien, el último ejemplo siendo la Comisión Asesora Presidencial en Descentralización y Desarrollo Regional, presidida por Esteban Valenzuela, que entregó su Informe Final en octubre 2014, es decir hace ya casi un año.

Por otra parte, la descentralización también es parte de los anhelos de los chilenos. Según el último Informe de Desarrollo Humano, El 75% de los encuestados quiere que los intendentes sean elegidos por los ciudadanos que habitan en las regiones, mientras que el 53% de los encuestados apoya la causa de la descentralización. Pese a eso, el informe consigna una paradoja: que es que para la gente, quien más poder ha perdido en los últimos años han sido, precisamente, las regiones frente a Santiago.

La paradoja no es menor. Por culpa del centralismo hemos sido incapaces de enfrentar adecuadamente crisis y emergencias que volverán a ocurrir a lo largo de nuestra historia. El 2010, luego del terremoto, no lo olvidemos, Chile quedó cortado y las regiones más afectadas inmóviles porque sus Intendentes no “podían tomar decisiones”. Hemos sufrido terremotos, aluviones, erupciones e inundaciones, y hemos padecido siempre el mismo problema: autoridades locales listas para actuar, pero sin recursos, como los Alcaldes, al mismo tiempo que autoridades con recursos que deben ser “orquestadas” desde Santiago, como lo son los intendentes y gobernadores. Por lo tanto, es hora de dotar a Chile de los grados de descentralización que requiere para alcanzar los anhelados niveles de desarrollo, independiente de la región en que se esté. Lo primero es aprobar las reformas que la gran mayoría de los chilenos están esperando. Cambiémosle la cara a Chile y démosle mayor independencia a nuestras regiones.

Por último, no olvidemos que Chile está centralizado dos veces. Todas las tipologías que han tratado de ordenar las comunas y regiones terminan siempre en lo mismo: Las comunas son más pobres mientras más alejadas de sus capitales regionales se encuentran. Incluso en Santiago la cosa no es muy distinta. La permanente queja de alcaldes y técnicos de municipalidades santiaguinas y del propio Gobierno Regional Metropolitano sobre el “horrendo centralismo” que los afecta, nos hace entender que, finalmente, el centralismo no se circunscribe a Santiago. Queda entre el Ministerio de Hacienda y La Moneda… y en febrero en Caburga, que son los espacios de poder en donde se decide todo o casi todo. Por lo mismo, es imposible pretender ser un país moderno con eso grados de centralismo a nivel gubernamental y territorial.

Es hora de aprobar las reformas descentralizadoras presentadas por la Comisión Asesora Presidencial en Descentralización y Desarrollo Regional. Partamos por la elección de Intendentes sin letra chica.