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Entrevista a Marco en El Mercurio: “Llamo a la unidad de la centro-izquierda, para juntos, vencer a la derecha y seguir mejorando y avanzando en las reformas”

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Con más canas, confirma que, por tercera vez, será candidato presidencial. Y dice que el PRO está en conversaciones con los comunistas para conformar una lista para la elección de diputados y senadores.
Todo aún está en el piso. Un disco del francés Serge Gainsbourg. La novela «Historia del ojo», de George Bataille. La biografía de Evo Morales, «Mi vida, de Orinoca al Palacio Quemado». La de Barack Obama, «Los sueños de mi padre».

 

Más allá algunas copias de su documental «Los héroes están fatigados», con el que hace años buscó criticar a líderes chilenos de izquierda que se habían reconvertido en empresarios o asesores comunicacionales. Cajas con capítulos de «La vida es una lotería», serie que dirigió para TVN. Guiones apilados de películas que quiso hacer y quedaron en su versión impresa. Fotos de su madre, Manuela Gumucio. Diplomas de la Alianza Francesa de sus hijas. Latas viejas de la bebida energizante «Dís-cola», que lanzó en su primera campaña presidencial, en 2009.

La puerta de entrada de la nueva casa en la que vive Marco Enríquez-Ominami con Karen Doggenweiler está abierta. No hay que golpear. Caminan trabajadores acarreando pintura de un lado a otro. Tres perros (Meo, Loló y Benito) juegan en el jardín. Algo de polvo cubre los muebles. Es una mudanza en proceso.

Ambos acaban de instalarse en una casa en la calle Juan Agustín Alcalde, en Vitacura. Y Marco Enríquez-Ominami aparece algo acelerado, con una chaqueta azul, camisa celeste, jeans grises, zapatillas empolvadas, tal como los muebles. Cuando toma la manija de la puerta que da al living, el objeto queda en su mano. Se ríe. Se disculpa. Dice que está mostrando su intimidad.

Mira el entorno y comenta que los recuerdos y libros más preciados están en otra habitación. Como una dedicatoria del fallecido cineasta Raúl Ruiz, de quien dice fue muy cercano estando en Francia.

Cuando se le pregunta si este cambio también significará una «reinvención», dice que no, que todo sigue igual.

De hecho, Enríquez-Ominami (43 años, canas, peso que prefiere no revelar) dice que será candidato presidencial por tercera vez. Que llegará a primera vuelta. Y que demostrará su inocencia pese a estar actualmente formalizado por el caso SQM relativo al financiamiento de la política.

A pesar de esto último, luce satisfecho. Su partido, el PRO, ya tiene 24 mil firmas validadas ante el Servicio Electoral, cuestión que, espeta, no pueden contar otros partidos.

También comenta que su partido ha estado en múltiples conversaciones -«serias e intensas»- con colectividades de la Nueva Mayoría.

-¿Qué tan cierto es que su partido está teniendo un acercamiento con el Partido Comunista para llevar una lista conjunta a las parlamentarias?

-Yo he aprendido y madurado desde 2009. Una de las cosas que considero parte del aprendizaje es abrir el corazón y ampliar el diálogo. Confirmo que la dirección del PRO, con mi apoyo como candidato presidencial, está sosteniendo múltiples entrevistas con mayor densidad y calidad que nunca con distintos sectores. Claro que con el Partido Comunista estamos trabajando en dos planos. Estamos avanzando en un esfuerzo conjunto en materia parlamentaria y en el plano programático.

-¿Por qué acercarse ahora al PC, cuando usted mismo ha sido un fuerte crítico de los partidos de la Nueva Mayoría?

-Yo veo en la conducción comunista a uno de los pocos partidos que no están resignados a la derrota ante Sebastián Piñera. Observo en La Moneda, en algunos sectores de la centroizquierda y del gobierno, un derrotismo total. Hay gente que considera que está tan mal todo que solo importa buscar quién es el mejor perdedor. Yo considero que Piñera es hipervulnerable. Estuvo debajo de mí en las encuestas por dos años. Estuvo debajo de Alejandro Guillier, ya no, pero estuvo abajo. Esa es la prueba de que los chilenos no quieren retroceder ni creen en la buena onda de Sebastián Piñera.

-Perdón, pero, ¿qué lo une con el PC?

-El no derrotismo y la voluntad de diálogo. El PC también estuvo fuera del sistema. Y entiende que la unión hace la fuerza. Que hay que hacer sacrificios. El diálogo supone un cierto riesgo.

-Sin embargo usted en su primera campaña se planteó como una alternativa de izquierda distinta en economía y en definiciones políticas al PC. Se hablaba de que Cuba estaba en contra de su campaña y que eso generó roces desde la isla con su entonces jefe de campaña, Max Marambio. ¿Cómo se explica que ahora busque pactar con el PC?

-Por varias razones. Porque la contradicción principal es que Piñera encarna el retroceso y Piñera tiene chance de ganar si vamos divididos.

-Pero usted ha competido ya dos veces separado de la Nueva Mayoría. Incluso en la elección que ganó Sebastián Piñera.

-Hay que hacer esfuerzos para poner por delante lo que más nos une, no lo que nos desune. Eso es lo que el PC y nosotros estamos haciendo. Creo que la Nueva Mayoría no es la Concertación, con la que tuve un enfrentamiento muy severo. Con la Nueva Mayoría tengo un desacuerdo en cómo se enfrentaron las reformas, pero voy a hacer todos los esfuerzos en lo que nos une. Y me une el hambre de derrotar a Piñera, el hambre de cambio, de no abandonar las banderas.

-¿Están superadas las diferencias sobre Cuba, por ejemplo, respecto de si es una democracia o una dictadura?

-Yo no voy a comparar al PRO con el PC. Hay que hacer esfuerzos por poner por delante lo que nos une en esta coyuntura tan adversa de la centroizquierda en el mundo, después de una década de oro, con desendeudamiento público, con reducción de la pobreza, ahora venimos en derrotas que son sistemáticas. Evo Morales perdió sus tres últimas elecciones. Yo fui a Argentina como observador electoral y un hombre importante de la campaña de Daniel Scioli me dijo: «el Presidente Scioli te recibirá como presidente», y ganó Macri. En Brasil tumbaron a Dilma. En Colombia gobierna la derecha. En Perú, la elección fue entre dos derechas, Keiko Fujimori y Pepe K (Pedro Pablo Kuczynski). En Estados Unidos, ganó Trump.

-¿Es una señal de que la izquierda está equivocada en su camino?

-Es una señal de que nuestros valores son minoría hoy día y que no estamos dialogando con la clase media. No somos capaces de relacionarnos con ella. Estuve en un taller con Rafael Correa, con Pepe Mujica y Ernesto Samper, en Guayaquil, hace un año. Dentro de las cosas que expuse es que el éxito del progresismo transformó a la izquierda en una fuerza conservadora que está defendiendo su obra, como diciendo «como lo hicimos bien, merecemos gobernar». No es verdad. Los pueblos votan sobre el futuro. Todo indica que Chile va a ser otra evidencia más de que los valores progresistas están a la baja. Entonces, hay que trabajar el doble. Es por eso que la reunión con los comunistas la he fomentado mucho.

-Entonces, ¿está cerca una alianza entre el PRO y el PC para las parlamentarias?

-Nosotros vamos a hacer todos los esfuerzos para dos cosas. Visto que no se quieren primarias para todos los cargos con todos, por lo menos queremos proponer un pacto de gobernabilidad, que supone dos cuestiones. Evitar el error que se cometió con Eduardo Frei (en la elección de 2009), es decir, hay que conversar antes. Competir, pero mantener puentes y no construir muros. Segundo, la lista parlamentaria tiene que garantizar que quien sea Presidente, el «más mejor», tiene que contar con los otros contrincantes del mismo domicilio, que aunque tengamos diferencias, nuestras fuerzas parlamentarias, aunque tengas 1, 4 u 11 diputados, sea un grupo que no bloquee y que ayude a mejorar las reformas.

Fuente: El Mercurio