«La cita progresista con Fernández es el primer paso para lograr la unidad de la oposición»
Desde que Marco Enríquez -Ominami se convirtiera en el «enfant terrible» de la política chilena, transformándose en uno de los primeros en disentir de la entonces Concertación y del que fuera su partido, el PS, además de haber sido un crítico feroz de Sebastián Piñera, ha corrido mucha agua bajo el puente.
Hoy, retirado de la política pública y sin candidaturas mediante, con más canas también y bajo acusación del Ministerio Público por el cargo de fraude al fisco, asegura: «No estoy exento de errores y hago la autocrítica», recalcando que «parte de la elite no me perdona ser hijo de Miguel Enríquez, y es para los dos lados: para la derecha que cree que estoy genéticamente condicionado para la lucha armada, y en la extrema izquierda que cuestiona que esté casado con una animadora de televisión y que me haya educado un economista moderado».
El exdiputado regresó al debate político tras producir la cita progresista con el mandatario argentino Alberto Fernández. ¿Su objetivo hoy? Unir a la oposición.
-¿Cómo explica la batahola que se produjo tras la cita progresista on line?
-Hacía años que la oposición no daba una señal tan fraterna de coordinación y de una unidad tranquila y simbólica. Haber tenido a 40 líderes del sector, entre senadores, diputados, dirigentes de 11 partidos -desde la DC al FA- y a exministros de Lagos, Frei y Bachelet, fue muy impactante. Eso asustó a Piñera, que estaba cantando victoria porque el oficialismo aparecía más unido que nosotros. Pero yo soy menos crítico con la oposición que otros de la ex Concertación, porque creo que cuesta mucho ser oposición en el mundo de hoy, con pandemia, distanciamiento social, teletrabajo, etc. Entonces, creo que la señal que salió de ese encuentro produjo mucho miedo en la derecha. Estaban muy asustados de que haya sido capaces de reunirnos.
-¿Por qué?
-Todo el proyecto social que viene y que se va a medir en las próximas elecciones, muestra nuevamente que somos más que ellos. Pero tenemos también que ser autocríticos, imaginativos y creativos y eso fue lo que pasó en la cita progresista, la cual, visualmente, además, fue muy impactante, ya que una video conferencia permite dar una señal más potente que un teatro con la luz apagada, etc. Las nuevas tecnologías muestran nuestras ganas de innovar.
-La crítica apunta al llamado a la unidad de la oposición que hizo el Presidente Fernández y que el Gobierno calificó como intervencionismo.
-Es una gran idea llamar a la unidad de la oposición chilena, una gran frase. Creo que la Cancillería chilena exageró en este tema y la verdad, hicieron el ridículo. El Presidente Piñera twiteó tres días antes de la elección en 2017 un video de Mauricio Macri apoyándolo, y en julio de 2019 le devolvió la mano a Macri y le mandó y un video llamando a votar por él. Y lo mismo hizo con Hillary Clinton contra Trump. También cuando viajó a Cúcuta, en Colombia, con recursos fiscales y llevó 200 millones de pesos en una ayuda que se botó por la borda en la frontera con Venezuela. Como chileno estoy muy avergonzado de la Cancillería. La reunión progresista fue el viernes y el domingo dicen que están enojados, mandan una nota de protesta y llaman al embajador, pero el lunes en la mañana Piñera llama a Alberto Fernández a pesar de la Cancillería había acusado injerencia extranjera. Por eso valoro que Piñera haya corregido esa tesis y haya entendido que necesitaba esa reunión con su par argentino, una reunión que por lo demás estaba prevista de mucho antes.
-Pero los dichos de Fernández no cayeron nada bien tampoco en exfiguras de la exConcertación como Mariana Aylwin, Soledad Alvear e, incluso, José Antonio Viera Gallo.
-Son parte del pasado. Parece que tienen el «síndrome de Estocolmo» (cuando el secuestrado se enamora del secuestrador) y otros están siempre amedrentados por la derecha. Yo los invitaría a conversar. A Mariana le recordaría que su padre, Patricio Aylwin, fue a España y a Francia a pedir apoyo político. Entiendo que hay exconcertacionistas que están seducidos por la derecha, pero los llamo a dialogar con nosotros sin caricaturas. Cuando quieran organizo otra videoconferencia y pongo todo mi equipo a su disposición para que lo hagamos cuando ellos quieran. Y es que si bien son minoría, también son importantes. Pero lo que más me llama la atención es el odio que estos personajes le tienen a la oposición y al parecer ellos, que saben que los medios son de derecha, creen que deben decir cosas que le caigan bien al oficialismo.
-¿Esta cita tendrá un efecto concreto en la oposición?
-Sin ninguna duda. Yo no voy a ser candidato en la próxima elección presidencial y eso me da mucha autonomía. Soy muy crítico de la Concertación y de otras fuerzas políticas, pero creo que ahora hay una contradicción principal: tenemos a los ultraconservadores bloqueando al país y por eso llegó la hora de la unidad. Y estoy muy optimista. Soy sincero: no fue muy difícil producir el encuentro en el que participó gente con la cual yo peleé muchas veces, senadores y otros que eran mis adversarios totales y con los que nos dimos muy duro. Y bueno, allí estábamos conversando todos juntos. Y anuncio que vienen más cosas, no quiero adelantar, pero este el primero de varios pasos más.
-Se ha especulado mucho con la relación que tiene con el mandatario argentino. ¿Es amigo, asesor, consultor?
-Él vino a Chile el 2009 a entrevistarme, y desde ahí empezó una especie de amistad entre dos progresistas autocríticos que buscábamos nuevas propuestas. Y exactamente hace un año regresó a Chile al estreno de mi película, y una semana después lo designaron candidato presidencial. Cómo el mismo ha dicho que somos íntimos amigos -la verdad lo quiero y lo admiro mucho-, me ofrecí a ayudar en todo lo que pudiera. Juntos creamos el Grupo de Puebla y como lo creamos juntos, muchas cosas que hacemos giran torno del Grupo de Puebla. Lo acompañé a una gira, hemos hecho coordinaciones políticas y otras cosas en ese contexto. Entonces soy su amigo, no su asesor.
-¿Su retiro de la vida política es definitiva?
-Cuando chico veía una película de Bond que se llamaba «Nunca digas nunca jamás». Pero voy a ser claro: no voy a ser candidato.
-¿Por qué tan radical?
-Porque debo tener el récord Guinness de candidaturas presidenciales. Entre 2009 y 20017 lo fui tres. Hay algunos que luchan toda su vida para ser candidato a La Moneda y yo lo fui tres veces. Y fui, además, el más joven y el más votado como candidato independiente. He entendido que para hacer política no es necesario ser protagonista. También se puede ser un gran compañero y no tengo por qué ser candidato para poder expresarme.
-¿Influyó el caso SQM?
-Para nada. El público se dio cuenta de que los fiscales que me persiguieron eran operadores de Piñera. El fiscal Pablo Gómez trabaja en La Moneda por siete millones de pesos al mes y que Emiliano Arias había mentido y Chadwick le había ofrecido trabajo mientras me acosaba.
-En el PRO se quedaron sin representación en la Cámara tras la renuncia de Marisela Santibáñez y su participación en la bancada del PC…
-Pero tenemos al senador Alejandro Navarro. Y con Marisela, bueno, ella tomó una decisión y nosotros también. Había total acuerdo de que no era conveniente seguir juntos.
-¿En qué está el PRO ad portas de un intenso calendario de elecciones?
-Para cumplir mi palabra de que estoy retirado de la política pública eso debe responderlo el presidente del partido, porque hay toda una estrategia para enfrentar las próximas elecciones. Pero soy uno de sus fundadores y al interior siempre voy a luchar para que gane la posición unitaria.
-¿El PRO será una especie de bisagra de la unidad?
-Me parece importante que el PRO juegue ese rol, pero no es algo uno se asigne, hay que hacerlo.
-¿El encuentro con Fernández sería algo así como el inicio?
-Exacto. Es lo que promueve el Grupo de Puebla de la mano de Alberto Fernández, y que reúne a 11 expresidentes, cinco excancilleres y líderes de tres gobiernos. Estamos abogando por la unidad del progresismo en la región.