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“Sí, acepto el desafío para ser Presidente de Chile en el próximo período 2014-2018.”

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¡Gracias, muchas gracias!

Queridas y queridos amigos, candidatas y candidatos progresistas, estimada directiva nacional del Partido Progresista:

Sí. Sí, acepto el desafío de los progresistas para ser Presidente de Chile en el próximo período 2014-2018.

Acepto el desafío basado en nuestras convicciones democráticas, en nuestra ética republicana.

 

Acepto el desafío de transformar Chile, nuestro querido País, de un territorio para privilegiados a una sociedad igualitaria, más justa, más inclusiva, menos clasista.

Acepto el desafío y prometo ante ustedes y ante el país no descansar, no desfallecer y luchar hasta ver nacer un nuevo país, un mejor país, basado en los fundamentos de la honestidad y del trabajo, un país de trato digno, igual y solidario para todas y todos, donde se valore lo diverso, y donde el bienestar sea producto del esfuerzo legítimo.

No es una tarea fácil, ni menos la puede desarrollar un hombre solo, por eso junto a ustedes y al pueblo chileno lograremos lo que parece imposible.

Cambiar todo lo necesario, para que Chile sea un país mejor.

¡Porque Chile necesita cambiar sus reglas!.

Para pasar de la desconfianza a la solidaridad de los ciudadanos, del abuso institucionalizado a la justicia, de la extrema privatización de los bienes públicos al espíritu de comunidad. De la invisibilidad de la sociedad a la participación de todas y todos.

Necesitamos cambiar las reglas para que ellas den cuenta de la gente real, del género, la diversidad y pluralidad de nuestra sociedad, de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Para que en el interior de la Patria quepa toda su loca geografía.

Para que la gente y los territorios abusados por la injusticia puedan vivir en paz y progreso. Para que termine el centralismo absurdo, que con lógica de hacienda y patronazgo, devora el norte y el sur de un país que es también pampa y patagonia, mar y cordillera, elementos que moldean con sus extremos, día a día, el carácter de su gente.

Para que la economía cotidiana no sea la desgracia, ni el trabajo un castigo de todos los días, sino el fundamento que haga florecer el ocio y la recreación como componentes del bienestar y la cultura cotidiana.

Para que un nacionalismo sano nos arrope con la historia y los símbolos de la Patria y la comunidad internacional nos perciba como ciudadanos de paz y no como mercaderes. Lo he dicho muchas veces, llegó el tiempo de pasar de ser el “mejor alumno” del barrio, al “mejor compañero”.

Para que exista una EDUCACION GRATUITA Y DE CALIDAD para todas y todos, como una palanca de futuro para los jóvenes de Chile y se termine la condena de la educación de mercado, con millones de jóvenes en una cárcel de cuotas que durará quince años o toda la vida.

Para que la cultura llegue a todos los rincones de la patria, y nos lluevan poemas (como los de hoy), y nos arrope la música, y florezca el cine, la literatura y el deporte, porque si de algo se trata lo que la política debe conseguir, es lograr la felicidad de las personas.

Para una patria integrada, sin barrios marginales, y ciudades estresadas.

Para una sociedad donde la soledad sea una opción de descanso y no un acto de abandono. Donde la vejez no sea una condena, sino un momento donde las generaciones jóvenes retribuyen el esfuerzo de la generación anterior.

Un país para todas y todos, sin discriminaciones de ninguna especie……Chile, nuestro país.

El País que soñamos. El País que yo sueño.

Lograrlo es mi compromiso. Y como lo digo, lo cumplo.

Y este compromiso es para todas y todos nuestros compatriotas de cada rincón de nuestro país.

Y les quiero pedir, que cada uno de uds. lo exija y reclame, puesto que para lograrlo estoy dispuesto a darlo todo.

Así como les he abrazado personalmente a muchos de ustedes a lo largo de estos 2 años que he recorrido Chile, hoy desde aquí, los saludo, y todos y todas, y a cada uno de los candidatos a concejales y alcalde que están presentes aquí esta noche les pido que lleven a sus vecinos mi emocionado saludo.

También saludo a los chilenos que a esta hora nos siguen por internet dentro y fuera de Chile; a los progresistas, a los luchadores ambientales, a los independientes, a los jóvenes, a las mujeres, a los regionalistas, a los rapa nui, a los Mapuche, a todas las inmensas minorías, a los marginados, a los excluídos y tantos otros compatriotas. Y con una mirada más moderna, quiero respeto para los animales.

Saludo a mis hijas, a mis padres y a mi mujer.

Y por todos, en especial, saludos desde aquí a los trabajadores y trabajadoras de mi patria.

Chile, es un país próspero, pero desigual. Chiles es un gran país, pero clasista.

No hay cifras, ni estadistica que logre explicar cómo en un mismo Chile tenemos 2 países distintos.

¿Cómo explicar, por ejemplo, que en este próspero país hay 3 millones de chilenos que sobreviven con apenas 2.000 pesos diarios?.

¿Cómo explicar que en nuestro país el 72% de la población laboral, gana menos de 350 mil pesos mensuales. Cuando, según la Revista Forbes, cuatro familias chilenas tienen una riqueza de 42.500 millones de dólares, o sea el 21% de lo que produce el país en un año?.

¿Cómo no indignarnos con tanta injusticia?

Lo cierto es que existen dos Chiles, uno próspero y rico, el otro, el Chile real, el de los endeudados, el de personas sin futuro e incluso sin presente.

Un país donde hay trabajadores y trabajadoras que reciben pensiones miserables luego de haber trabajado toda una vida. Donde los pueblos originarios no son tratados con justicia. Donde la mayoría de las mujeres reciban menores salarios que los hombres aún realizando el mismo trabajo.

Todo esto sabemos es cierto, y a todos nos molesta.

Pero es el único país que tenemos, nuestro Chile, y debemos cambiar las reglas del juego para que sea también el país que queremos.

Nadie emprende un desafío de la envergadura necesaria para cambiar las reglas sin estar claro desde donde parte, y con qué equipaje emprende la marcha. No se hace un puerta a puerta a lo largo de Chile, ni se dejan los zapatos en la calle, sin tener claro lo que uno es, con su historia, sus emociones, sus aciertos y sus errores.

Yo lo hago desde la posición más íntima – que es en muchos aspectos la máxima- mirando la vida desde mi hogar y mi familia. Porque esposa, hijos, madre y padre son los primeros pilares sobre los que se construyen los compromisos de vida.

Mi viaje es sin baúles ni sobrepesos indebidos. Solo con identidad e historia.

Y mis armas son mis principios y mis convicciones.

Me siento hijo legítimo de lo más profundo de los sueños de justicia social de mi país. No solo por mi origen biológico, sino por mi opción política progresista. Siento que por mis venas corre el sueño de la sociedad decente del sindicalismo temprano de nuestra patria, de la gesta laica del Frente Popular de finales de los 30, del clamor libertario de la Patria Joven, de los ideales de igualdad de la Unidad Popular y de democracia y derechos humanos de aquella Concertación que recuperó la democracia.

También, por cierto, de la rebeldía y voluntad de lucha de Miguel Enríquez, mi padre primogénito, que en una fecha como hoy hace 38 años ofrendó su vida para ser consecuente con su lucha.

Pero siento también con más fuerza que nunca esa avalancha de ríos profundos de una sociedad que clama por derechos y justicia, que quiere cambios efectivos en su vida, que está cansada de esperar, que no cree en la política, que exige coherencia.

No hemos llegado aquí, a esta proclamación, con una calculadora en la mano ni este es un viaje con estaciones intermedias. Este es el lanzamiento de una candidatura presidencial que desea competir pues tiene la profunda convicción que las cosas en el país deben cambiar. Y que en ella tienen cabida todos aquellos que comparten esencialmente nuestro diagnóstico del país y nuestro programa.

Somos absolutamente conscientes de que solo una mayoría social y política, manifestada en las urnas, será capaz de impulsar el cambio de reglas.

Queremos construir esa mayoría. Pero ella debe nuclearse en torno a ideas y programa, en torno a una visión compartida de país. No creemos que un simple cambio de gobierno pueda garantizar un cambio de reglas, pero tenemos la convicción de que es un primer paso fundamental para ello.

Creemos firmemente en el futuro y filosóficamente decimos que todo tiempo pasado fue peor. Y también decimos que concordamos con aquello de que la historia se vive una vez como drama y la próxima vez como tragedia.

Es el tiempo de nuevos liderazgos.

La clase politica requiere renovación para recuperar el legítimo papel que corresponde.

Para ello, el país requiere más democracia y más sociedad participando.

Yo no sé porqué cada vez que se habla de una nueva Constitución los poderes fácticos hablan de inestabilidad política. Pienso que asocian la idea a la Revolución Francesa y no a la realidad del país, sienten la amenaza de una hipotética guillotina sobre sus cabezas de monarcas y nobles.

Tranquilos, señores. Nadie más adherente a la estabilidad democrática que nosotros. Porque estamos convencidos que el gran capital de los ciudadanos frente al poder absoluto, sobre todo de la economía y la política, son las instituciones, y ese capital crece cuando ellas son legitimas.

Por eso creemos que Chile requiere de una Nueva Constitución. No es un problema ideológico o instrumental como el que mueve a los vigilantes del status quo que se oponen a ella. Es una profunda convicción democrática. Así como no hay democracia sin parlamento no hay legitimidad política sin la voz del soberano, sin la voz del pueblo.

Chile necesita una constitución que se haga mirando las necesidades de hoy y los desafíos de mañana. Ya no nos sirve esta Constitución que se hizo mirando al pasado. No necesitamos una Constitución escrita a partir de los temores y miedos de antes. Tampoco necesitamos una Constitución de origen autoritario. Por más que ahora ya no esté su nombre, Pinochet, el dictador, sigue siendo el padre de esta Constitución. Aunque muchas reformas han sido realizadas posteriormente, la Constitución sigue teniendo una incorregible ilegitimidad de origen.

La coherencia institucional del Estado y del Gobierno, los valores de orientación de nuestro sistema, el establecimiento de derechos sociales constitucionalmente garantizados, las reglas del juego económico en una sociedad libre y democrática, el papel de garante de la equidad social del Estado y, por sobre todo lo que dije, la recuperación de la legitimidad política de todo el sistema, requieren de una Nueva Constitución.

Precisamente es por su estabilidad y paz social, que este es el momento para que en calma y con todo el tiempo necesario, el país impulse el proceso. Me comprometo a trabajar por una nueva Constitución, que tome la forma que el país decida, en un proceso debido dentro de la institucionalidad vigente.

La derecha tradicional, la derecha de siempre y un envejecido grupo de líderes de la Concertación, con presuntas razones técnicas y el argumento de la responsabilidad se han transformado en una especie de guardia pretoriana de la Constitución de Pinochet.

La movilización estudiantil del 2011 les movió el cerco y puso en cuestión lo que aparecía como lo unicamente posible: una educación estructurada en torno al lucro. Ese es un testimonio elocuente de que la sociedad invisible termina por cansarse y que SI SE PUEDE CAMBIAR LA SITUACION, frente a aquellas barreras que parecen infranqueables.

En nuestra sociedad el abuso de los grandes poderes económicos se ha transformado en una costra agresiva y venenosa en contra de los ciudadanos.

Creemos que el mercado es un espacio de competencia y una herramienta que controlada adquiere un valor indudable.

Pero con un Estado que controla, regula, actúa y resuelve.

Un mercado en el cual los derechos de los consumidores deben judicializarse para hacerse efectivos no es un mercado sano y no nos gusta.

La consecuencia de la desregulación ha sido falta de competencia, la ausencia de controles del giro financiero del retail, la exposición ilimitada de los fondos de pensiones a los riesgos del mercado financiero internacional, la desprotección del consumidor financiero frente a los bancos, la restricción crediticia a las PYME.

Chile es un país injusto y desigual. Para construir un país más justo e igualitario necesitamos mejorar la educación. Pero no basta con prometer educación de calidad. Necesitamos que el pilar fundamental de la sociedad sea la educación pública. La educación pública permite que todos los chilenos interactúen y salgan de su marginalidad. Con educación pública, los ricos podrán aprender de los pobres y los pobres aprenderán también de los ricos. Con educación pública podremos construir un país de iguales. La educación pública permitirá unir a Chile. Con la educación pública construiremos un país de iguales.

Algunos creen que basta con una educación de calidad. Por supuesto que necesitamos educación de calidad. Pero eso no basta. La educación de calidad construida a partir de la segregación no sirve. Necesitamos educación de calidad, pero también educación pública que promueva la diversidad. Precisamente porque no somos todos iguales, la educación pública permitirá que nuestro país construya riqueza en la diversidad.

Necesitamos educación pública. Pero no sólo educación pública. Nuestro objetivo como país debe ser entregar a todas las niñas y niños de Chile educación pública de calidad y gratuita.

Es verdad que si la educación fuera gratuita hoy, los principales beneficiados serían los que menos la necesitan. Por eso en mi plan de gobierno propongo avanzar hacia la educación gratuita. Será gratuita en mi gobierno para todos aquellos que necesitan. Pero avanzaremos para que sea gratuita para todos, porque queremos que los jardines infantiles, las escuelas y los colegios sean lugares de encuentro donde lleguen todos los niños de Chile, los hijos de los obreros y los hijos de los médicos, los hijos de los cajeros de los supermercados y de los gerentes, los hijos de las nanas y también los hijos de los diputados.

Queremos educación gratuita porque creemos que Chile se merece una educación igualitaria y porque la calidad de la educación mejora cuando experimentamos y valoramos nuestras diferencias en un aula de clases.

Muchos críticos dicen que Chile no puede entregar educación gratuita, que es demasiado caro. Pero por eso nuestro programa también propone una reforma tributaria. Los que tienen más y ganan más pagarán más. Pero también se beneficiarán más al tener una educación pública y gratuita de calidad.

A los que más ganan les digo, sus impuestos van a subir, pero vivirán en un país mucho mejor. Sus beneficios van a subir mucho más que sus impuestos.

A las empresas les digo: sí, van a pagar más en impuestos, pero tendrán mejores trabajadores, con más y mejor educación, mejores servicios de salud y mejor infraestructura. Chile estará mejor.

La educación es la base de una sociedad exitosa. Por eso, en mi gobierno la educación será la primera prioridad. Una sociedad más educada defiende mejor sus derechos. Una sociedad más educada hace que los mercados funcionen mejor. Cuando la gente es más educada, demanda mejores servicios del Estado. Cuando la gente es educada, todos tenemos que trabajar más duro. Los políticos se ven obligados a explicar mejor lo que hacen. Los empleados públicos tienen que entregar mejor servicio y deben esforzarse más para hacer bien su pega. Las empresas deben competir con más transparencia, mejores productos y mejores precios. Cuando una sociedad es más educada, las políticas públicas son de mejor calidad. Cuando los ciudadanos de un país son más educados, los gobiernos se ven obligados a diseñar e implementar mejores políticas energéticas.

A este lugar, plaza pública de nuestra historia democrática, han concurrido quienes creemos que no hay desarrollo verdadero sin una valoración positiva de la diversidad, que no hay nación sin pueblo y sin participación real, que no hay política sin legitimidad, que no hay innovación sin libertad y que no hay libertad sin reglas de igualdad.

Vamos nuevamente a enfrentarnos al statu quo. Vamos nuevamente a decir lo que pensamos y vamos nuevamente a desafiar la soberbia de quienes llevan mucho tiempo haciendo lo mismo y consideran que esa es la única verdad posible.

Por un país más justo, más tolerante, más solidario, más creativo y más diverso, estamos aquí para decir presente. Estamos acá para abrir las puertas a ese sueño lúcido de poder social y democracia renovada que aún no se apaga. Porque lo creemos necesario y porque lo sabemos urgente.

Nuestro sistema de administración del estado y del territorio reconoce solo a Santiago y sus lógicas como eje ordenador. En este esquema no existen las regiones sino como el espacio exterior de la capital. De ella nacen todas las leyes y hacia ella van todos los recursos. Ni las regiones ricas y productivas ni las pobres y aisladas son parte del mapa de la administración del poder. Para transformar este centralismo absorbente es que necesitamos cambiar las reglas.

Cuando dijimos esto el 2009, en aquella épica campaña donde uno de cada cinco chilenos premió el esfuerzo, el optimismo, la energía, y la valentía de nuestra candidatura, los conocidos de siempre nos acusaron de irresponsables, populistas, soñadores, subversivos, etc.

¿y qué proponíamos entonces?

Educación pública y gratuita en el largo plazo. Cuánto se burlaron de esta demanda que levantamos entonces. El año pasado y este año, miles de estudiantes en las plazas, universidades y liceos han demostrado que es una de las grandes aspiraciones de nuestra patria

Una verdadera reforma tributaria en que el más rico pague más que el más pobre. Decíamos que el país estaba preparado, y no podía esperar una auténtica reforma tributaria. ¿No ha sido este el gran debate de este año?. Seguimos creyendo que Chile no puede seguir esperando por una reforma tributaria que promueva la equidad en nuestro país.

Promover un crecimiento sustentable. Lo que se encarna en nuestro firme rechazo a proyectos como Hidroaysén o Castilla. Los chilenos hoy tienen un mayoritario consenso en que no podemos hipotecar nuestro medioambiente por un par de puntos del PIB.

Cambiar las reglas de la democracia. Dijimos que era necesario cambiar las relaciones de poder entre regiones y entre chilenos, que había que emparejar la cancha de la política para todos. Y las protestas ciudadanas de Aysén, de Calama, de Freireina, evidencia que nuestras regiones exigen un trato de igualdad, y yo, y estoy seguros que todos nosotros estamos completamente de acuerdo con ellos.

Dijimos que había que volver a situar el sistema financiero al servicio del sistema productivo, es decir los bancos para los chilenos y no al revés, los chilenos al servicio de los bancos y casa comerciales. La usura, el abuso de algunos no da para más, y casos como La Polar o la colusión de las farmacias, no puede volver a repetirse.

En el gobierno anterior como en la segunda vuelta electoral trabajé hasta el límite de mis fuerzas para que esas iniciativas tuvieran éxito. No fueron escuchadas por la elite, pero me gratifica saber que sí fueron escuchadas por la gran mayoría de los chilenos y chilenas.

He recorrido Chile varias veces después de 2009. En estos 2 años y medio, he recorrido cerca de 250 comunas. Veo una ola de esperanza en los chilenos. Veo que asumen que el cambio no llegó con Piñera y que no llegará de la mano de los que tuvieron 20 años para hacerlo.

Lo digo con sinceridad, estoy hoy con más confianza de nuestro triunfo que el 2009. Me siento mil veces más acompañado que el 2009.

Chile es un país maravillo pero injusto. Es un país fantástico en medio de la fatalidad de la pobreza y la fatalidad de la naturaleza, poblado por un pueblo optimista. Chile es un país grande pero no justo. País grande pero clasista. Un país donde el apellido, un pituto y el dinero hacen la diferencia.

Mi sueño es un país más justo, próspero y solidario.

No soy un electrón suelto. Soy heredero de Bilbao y el estado laico, de Infante y el federalismo, de Carrera y de Miguel Enríquez y el coraje, de Edgardo Enríquez y Pedro Aguirre Cerda que defendieron la educación pública, de Rafael Agustín Gumucio y Salvador Allende que defendieron la democracia con sus vidas, de etc etc

En este aniversario del No decimos, No a la Mentira, No al abuso, No a la privatización de nuestra vida y nuestros recursos, No a quienes dicen que ningún cambio es posible, No a los que hacen política según los cargos que pueden obtener.

En este aniversario del asesinato de mi padre, desde este teatro que fue también su última tribuna pública, donde hablaron gigantes minorías, es que quiero convocar a las grandes mayorías de mi país luchar por más país más justo.

Los invito a un desafío difícil. Será una jornada ardua y llena de obstáculos. El camino para construir una sociedad mejor nunca es fácil. Las grandes alamedas no se abren solas.

Pero lo haremos, juntos!, construiremos este país que le va ofrecer todos nuestros hijos, y a los hijos de las futuras generaciones, las oportunidades que ofrece una educación pública y gratuita.

Ese es mi compromiso!

Viva Chile, viene el cambio!