De visita en México para acompañar la instalación de la VI cumbre de jefas y jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a celebrarse en el Palacio Nacional de México este sábado 18 de septiembre, el chileno Marco Enríquez-Ominami mira oportunidades de transformación regional en el encuentro.
Integrante del Grupo de Puebla —fuerza política fundada por líderes latinoamericanos progresistas como la brasileña Dilma Roussef, el colombiano Ernesto Sámper, el paraguayo Fernando Lugo, el boliviano Álvaro García Linera, y otros— Enríquez-Ominami es aspirante presidencial en Chile, aunque acusa que hubo una obsesión del sistema político de su país para entorpecer su registro.
En entrevista con Sputnik Mundo, el político chileno ofrece sus perspectivas sobre la intención del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de fortalecer a la CELAC para sustituir a la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Washington y señalada de manera crítica por su participación en el golpe de Estado perpetrado contra Evo Morales, entonces presidente de Bolivia, en noviembre de 2019.
— El proyecto político que impulsa México desde la CELAC, la integración latinoamericana, ¿es posible con las divisiones regionales de la región?
— La CELAC es hoy la institución más legítima, con más esperanza que tengamos en América Latina. Tenemos una OEA que está acusada de orquestar golpes de Estado, un Grupo de Lima que se quedó sin Lima y un grupo de ProSur [Foro para el Progreso de América del Sur] que es un grupo de gobiernos incompetentes, ideologizados.
El gobierno de México hizo una labor enorme, en tiempos salvajes, de integración. Frente a un ProSur que fracasó, a un Grupo de Lima que fracasó, México le devolvió una esperanza a un foro multilateral. [El escenario] nos da la razón de esta necesidad de un foro CELAC más político, menos ideológico, y esa diferencia la encabeza México, y no hay que dejar de reconocer el enorme rol del presidente argentino, Alberto Fernández, de este eje vertical México-Argentina, que además se complementa, con mucha fuerza, con el eje boliviano y ahora se enriquece con Perú y con Chile.
Pareciera que América Latina ha decidido darle una oportunidad nuevamente a valores humanistas, de justicia social, y la CELAC es esencial porque hay conflictos, hay desafíos: Venezuela, Cuba, Nicaragua. Esta cumbre es tensa porque es en pandemia, es con la crisis democrática en el caso de El Salvador, con el señor Bukele. Estamos con problemas.
— ¿Qué respuesta tendrá Estados Unidos cuando la agenda de la CELAC es clara en su intención de excluirlo con razones políticas evidentes de este diálogo multilateral latinoamericano?
— Estados Unidos tampoco es parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No es la primera vez que Estados Unidos no está en un foro continental, sería estupendo que Estados Unidos estuviera en la Corte Interamericana o en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero no está, entonces yo creo que no hay ninguna noticia en eso.
[La CELAC] es un foro clave, probablemente uno de los más grandes de nuestra historia. Están comprometidos 17 jefes de Estado en pandemia, es una señal inequívoca de una fuerza que adquiere esta cumbre de la CELAC y yo soy un confiado con que van a dar resultados muy importantes. El hecho de que ya exista la cumbre es un éxito.
— Hay pulsiones de unidad desde la izquierda en América Latina, como deja ver la convención constituyente en Chile, pero esto se enfrenta a tensiones de posición ideológica de gobiernos de derecha en la región, además de la violencia del narcotráfico y de desigualdades sociales que generan contradicción. ¿Es posible la unidad de proyecto político ante estas diferencias?
— En pandemia, estamos ante un mundo nuevo, sin certeza, con problemas del siglo pasado, y tenemos que innovar en eso. Es un mundo bastante distinto, no alcanza la velocidad de las cosas, y América Latina es el continente más retrasado del mundo, somos el 8% de la población mundial y el treinta y tantos por ciento de los muertos del covid. Más de 200 millones de personas pobres. Un tercio de los latinoamericanos no tienen cama propia.
Es un momento salvaje, y tenemos un bárbaro como Bolsonaro de presidente [de Brasil], tenemos un presidente de Chile [Sebastián Piñera] denunciado ante la Corte Penal Internacional (CPI) por violaciones a los derechos humanos, y tenemos el desafío de resolver estos problemas sin injerencia, entre nosotros. Entonces creo que la CELAC es un momento clave, creo que en el Grupo de Puebla hemos dicho una y otra vez que queremos política exterior más política y menos ideológica. Hagamos más política y menos ideología.
Vemos que la derecha [latinoamericana] fue ideológica cuando crearon el Grupo de Lima, o ProSur es ideológico. Y la CELAC no es ideológica: está el presidente de Uruguay, a quien conozco y aprecio, Lacalle Pou, de derecha. No tengo problema, qué bueno que esté el presidente de derecha, porque eso hace que el grupo sea más sustantivo.
— En la región latinoamericana hay tensiones heredadas de procesos históricos como la Guerra Fría, sin embargo, en este ánimo de mirar hacia el futuro, ¿cuáles son los desafíos del siglo XXI para la CELAC?
— Primero desigualdad y pobreza, al alza por la pandemia. Institucionalidad: mira ProSur y Grupo de Lima disueltos de hecho, no tenemos un foro multilateral, UnaSur [Unión de Naciones Suramericanas] no se ha recreado. Tres, evidente, el tema migratorio hacia el norte y hacia el sur; Haití, Colombia, Venezuela hacia el sur y Guatemala, Honduras y El Salvador hacia el norte. Nunca nadie pensó que los fenómenos intrarregionales migratorios iban a tener este crecimiento explosivo, uno recordaba a miles de ecuatorianos yendo a España. Cuarto, el narcotráfico. Quinto diría yo que es la biodiversidad, creo que nuestro mayor tesoro en América Latina es la biodiversidad, y eso no lo estamos ni cuidando ni está en la perspectiva de un modelo de desarrollo, somos ricos ricos ricos en biodiversidad, multimillonarios, y somos el continente más atrasado. En los 80, en 86, hay una canción que se llama “We are the world”, era por los niños de Etiopía: la misma canción podría hacerse por los niños de América Latina ahora. Creo que retrocedimos, estamos viendo un tiempo muy salvaje, y por eso los liderazgos democráticos fuertes, como Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández, Luis Arce, son claves que se instalen.
Europa y Estados Unidos se equivocaron. ¿Quiénes eran los aliados estratégicos para normalizar a América Latina? Los voy a nombrar, dicho por ellos: para Macron el mejor aliado era Macri; Duque para Merkel; para Trump, lógico, Duque, Macri, eran la solución, Bolsonaro. Bolsonaro iba a arreglar a América Latina.
— ¿Qué agenda pretende seguir el Grupo de Puebla en esta coyuntura de la cumbre de la CELAC?
— Estamos hiperactivos acompañando que le vaya bien a la CELAC. En lo que nos corresponda, acompañar, felicitar a México por este rol. México siempre miró muy al norte; [ahora] México vuelve a mirar al sur, y en muchas veces el sur es el norte, nosotros somos hoy en día la fuerza creativa y unidos somos imbatibles, pero no estamos unidos.
— En cuanto a la constituyente chilena, se trata de un mensaje latinoamericanista, dirigida por una líder mapuche, además de significar un rechazo histórico a la constitución de Pinochet, pero ¿qué perspectivas sigue este proceso?
— La constituyente está amenazada porque los candidatos de derecha, que van arriba en las encuestas, están en contra, y porque los constituyentes de derecha, que son el 20%, el 80 somos nosotros, el 20 lo está minando todos los días. Y han habido errores también de los constituyentes, ha habido torpezas, con ese pretexto quieren bloquear la única esperanza del fin de los fondos de pensiones privados, el fin de la educación como un espacio de negocio: lo que para un mexicano es normal para nosotros es una lucha, para ustedes la UNAM gratuita para nosotros es un combate. Esa lucha es bien de fondo, de cómo construir sociedad.
Chile es la Corea del Norte del capitalismo, es la catedral del capitalismo: ellos son el país más cerrado del mundo, nosotros somos el país más abierto del mundo. Somos probablemente de los mayores esclavos de los bancos. Mire, las utilidades de hoy día de la banca chilena, de hoy viernes, son 13.6 millones de dólares, un crecimiento del 400% de utilidad en fondos de crisis. Los fondos de pensiones nuestros, que pagan menos de 300 dólares de pensión promedio a los profesores, sus utilidades al día son de casi dos millones de dólares. El presidente de Chile diariamente gana un millón de dólares, porque es empresario, al día. O sea, al día las pensiones, más los bancos, más el presidente de Chile ganan 15 millones de dólares. Diarios. Y la mitad de Chile tiene ingresos por 700 dólares. Y la universidad pública donde yo estudié (Universidad de Chile) cuesta 500 dólares mensuales; insostenible, es una injusticia, una violencia.
Nosotros somos el ejemplo latinoamericano: somos los mejores alumnos de Washington, los peores compañeros de América Latina, pero los mejores alumnos. Eso es lo que hay que cambiar.
— ¿Cómo llegan las izquierdas a la aspiración presidencial en Chile?
— Sin pelearse con la clase media, ofreciendo un cambio radical pero en paz, con una visión, un programa, pero también con medidas, yo propongo un plan de obras públicas agresivo para crear 500 mil puestos de trabajo en dos años; un plan económico y un gobierno de transición de dos años por la constituyente. Yo propongo que el próximo presidente dure dos años y renovemos con un nuevo Chile, una nueva constitución y un nuevo gobierno, cosa que no es muy popular, pero yo no estoy de acuerdo con que el presidente dure cuatro años.
Fuente: Sputnik