En entrevista con Publimetro, el político y también exdiputado, afirmó que 2024 será un año fundamental para América Latina y también para el Grupo de Puebla, organización que presentará un pronunciamiento contra las sanciones que se le aplican a Cuba y a Venezuela, que “lo único que hacen es quebrar la dignidad de un pueblo”.
Preguntas y respuestas con:
Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial de Chile y fundador del Grupo de Puebla
P: ¿Qué balance tiene de la crisis reciente en Ecuador?, ¿Enciende las alertas en toda América Latina?
– América Latina y el Caribe tiene una crisis de seguridad que todos conocemos: narcotráfico, migración desregulada, problemas de vivienda, etcétera. En el caso de Ecuador, lo que más me impacta no solamente es la crueldad de la violencia que estamos conociendo, sino la velocidad del derrumbe. Hasta hace siete años –si usas el indicador que más se reconoce a nivel mundial, el del crimen por cada 100 mil habitantes– Ecuador era el segundo país más seguro de América Latina. Hoy está en el top 5 de los países más inseguros del mundo, solamente en siete años.
Eso me preocupa por Ecuador, pero también por Chile. Chile era un país particularmente seguro. ¿Cómo los países pueden hundirse a esa velocidad, con dos o tres presidentes intermediarios –entre Rafael Correa y hoy–? Eso me impresiona mucho. Me inquieta mucho la fragilidad de los estados, la fragilidad de la seguridad. Creo que lo de Ecuador es una alerta continental mayúscula.
P: ¿Cuáles fueron las condiciones que provocaron el deterioro que llevó a Ecuador al punto en el que está?
– Bueno, ya desde el gobierno de Lenin Moreno, después pasando por Lasso, se fueron eliminando ministerios vinculados a la seguridad. Se fue reduciendo el aparato del Estado. Se fueron eliminando programas sociales.
En el tema de seguridad, hay dos palabras que la clase política latinoamericana usa con dificultad: la palabra “complicado” y la palabra “complejidad”.
No es lo mismo un problema “complicado” (“complicado” fue conectarnos los dos [a la videollamada]). “Complejo” es combatir la inseguridad y creo que los políticos simplifican el problema. Lo estamos viendo en Chile en estos días. Estamos con 90% –el mayor récord de la historia– de miedo en Chile, según el último estudio.
En América Latina creo que el problema de seguridad es complejo, no es complicado. Complejo porque requiere 17 medidas simultáneas: crimen organizado, requiere servicios de inteligencia; narcotráfico, requiere control de fronteras, escáner y tecnología.
Pero también políticas sociales expansivas, también policía profesionalizada, servicio de inteligencia y un largo etcétera de 17 medidas. Cárceles sin hacinamientos, rehabilitación, prevención, cibercrimen, delitos de odio en las redes sociales. Es infinito.
También puedes leer: Evo Morales pide por la paz mundial en el IX Encuentro del Grupo de Puebla
Entonces, la simplificación de tratar la seguridad como un problema complicado… pues, desde México nos pueden dar una cátedra. Calderón replicó el esquema de Nixon de la guerra contra el narcotráfico y ahí están los resultados. Entonces, es una complejidad enorme.
¿Militares en las calles? Sí ¿Para cuidar las funciones críticas del Estado? Sí ¿Para hacer control de identidad? No.
Creo que Ecuador se fue a la simplificación del problema, lo que llevó a la mayor complejidad en materia del delito.
P: El deterioro en Ecuador, ¿Se está repitiendo en algunos otros países?, ¿Cree que América Latina está enfrentando uno de los momentos más duros de su historia reciente?
– ¡Claro! Imagina el caso de Perú, Ecuador, Chile. Sí. Yo creo que hay una crisis de los Estados y las democracias y la ola impugnatoria electoral que ha permitido elegir a Milei, o a Bolsonaro, o a Trump en Estados Unidos o casi elegir a Kast en Chile, es una ola que impugna dos cosas: el Estado y la democracia.
Detrás de esto está una falla del progresismo, porque cuando gobernaron los gobiernos progresistas hubo paz social, indiscutiblemente.
Entonces, la pregunta es la siguiente: ¿La crisis del Estado nos vuelve conservadores –a nosotros, los progresistas– porque defendemos la necesidad de más Estado?
Muchos latinoamericanos dicen “¿Dónde está el Estado si a mi hija en la esquina la acosan, la amenazan. Si mi hijo no puede ir al trabajo?” Entonces, el derecho al trabajo también es el derecho a llegar al trabajo.
Creo que el tema de seguridad tenemos que incorporarlo de nuevo, porque la derecha –que ganó elecciones con ese argumento– destruyó la paz social. Cito ejemplos rápidos: Bolsonaro, avance del crimen organizado. Piñera, la mayor tasa de homicidios de la historia de Chile. Usted me corregirá con Calderón.
Lo que quiero plantear es que hay evidencias suficientes de que los discursos simplificadores de la seguridad (la idea del Sheriff y de la ‘Mano Dura’), no alcanzan.
Claro que hay que tener mano dura, pero es más complejo –no es más complicado– y creo que la derecha simplifica esto. Y como hay una gran crítica al Estado y a la democracia, eso tiene eco en los pueblos, al menos en una parte, no en todo. Pero le hace sentido y dicen “Ah, el problema es el Estado”.
Bueno, mientras más debilitan al Estado, más crece el crimen organizado
P: Habla de la falla del progresismo y la crisis del Estado. ¿Qué sucedió en Chile cuando el gobierno progresista propone una nueva Constitución y no avanza la votación? ¿Qué está funcionando y qué no está funcionando?
– Yo creo que la primera tarea del progresismo es la paz. Y que en eso, Alberto Fernández, Petro, Arce, Lula, incluido Boric –con menos talento pero Boric también– son paz. En esos países hay un proceso de paz que la derecha echa a perder, porque agreden y violentan a las sociedades.
Sólo recordar que las protestas de Colombia y el estallido social en Chile y en Ecuador se dio con gobiernos de derecha. Solo subrayar factual, no es una opinión, un hecho esto.
En el caso progresivo chileno, somos un desastre. Quiero complementar tu afirmación: no es un plebiscito, son tres plebiscitos, en 15 meses. No fue un proceso constituyente, fueron dos. Después de 200 años, en 15 meses hubo dos procesos constituyentes. No es una elección, son ocho elecciones en cuatro años, que significaron terminar en nada. Desde que estalla Chile, terminan en nada. Terminamos donde mismo.
Te recomendamos leer: ‘El cambio es el progresismo’: Grupo de Puebla rumbo a reunión en Buenos Aires
Eso es en gran responsabilidad del progresismo chileno, que fue incapaz de conducir una demanda social de menos abuso con cambio tranquilo.
Creo que ahí nos perdimos cuatro años de nuestra vida republicana. Terminamos en el peor de los mundos: con la constitución del dictador y con la economía estancada.
Chile está económicamente estancado, creció 0% el año pasado y está previsto este año crecer quizás 1%. El país que era el mejor alumno de América Latina, éramos el país que más crecía en América Latina y pasamos a ser el que menos crece.
Hay cifras para todo. Creo que el progresismo tiene que recuperar la agenda de seguridad, porque cuando gobiernan los progresistas hay valores humanistas, hay seguridad, mucho más que cuando gobierna la derecha. Pero la derecha logra instalar –con una arrogancia– una simplificación genial de que ellos son los sheriffs de América Latina.
América Latina explotó de la mano de los gobiernos sheriffs: explotó Colombia, México, Chile, Ecuador y Brasil.
P: ¿Qué panorama ve este 2024 para el continente? Especialmente cuando varios países tendrán elecciones presidenciales, como México y Estados Unidos
– Varias afirmaciones: América Latina y el Caribe nos fuimos al carajo por la pandemia y no nos hemos levantado por la deuda pública, por la inflación, por la delincuencia, por el crimen organizado, por el narcotráfico y por la migración desregulada.
Lula es la gran esperanza de reponer la voz de América Latina en el mundo y 2024 es el año clave, no sólo para América Latina, sino para el mundo.
Hay elecciones en la India, en Estados Unidos, en Rusia, en Ucrania. Tan solo en América Latina: en México, el mayor país industrial de Centroamérica, el segundo de América Latina; también en Venezuela, el país de la controversia. Lo mismo en Panamá, en República Dominicana.
2024 es un año trascendental en Estados Unidos. Este fin de semana hubo elecciones en Taiwán. En total, 3 mil 700 millones de seres humanos deciden su rumbo este año y en el caso de América Latina es un año extraño, porque los incumbentes tienen alta probabilidad de reelegirse; a diferencia del 2023 que todos los incumbentes perdieron el poder. Acá podría pasar algo distinto: que los incumbentes se reelijan.
En caso de México, es muy probable. Así lo deseamos muchos: que gane el cambio tranquilo y que no gane el cambio –a mi juicio, lo adjetivo yo, es mi opinión– menos tranquilo. Creo que los valores humanistas de Morena tienen grandes chances de ser reelectos.
Igual creo que en Venezuela y República Dominicana va a pasar lo mismo. En Panamá creo que va a ganar el cambio más radical. Habrá que ver cómo se configura una América Latina desastrosa, ahogada por la deuda, por el cambio climático, y por la inflación, que muchos países aún no logran controlarla.
P: También 2024 es clave porque es el primer año de gobierno de presidentes que recién llegaron al poder, como Milei en Argentina y Bernardo Arévalo en Guatemala. ¿Qué retos enfrentan?
– Yo creo que es fundamental que no asumamos que la economía es una ciencia matemática. No es “2 + 2 = 4″, sino que tiene un elemento moral y, por lo tanto, un elemento político.
Las instituciones son fundamentales. En Guatemala, lo que hubo, es una crisis institucional. Una crisis social, pero esa crisis institucional también la estamos viendo en varios países de América Latina.
Nuestros demonios son los mismos hace ya 50 años: crisis institucionales permanentes. En Brasil, hace un año, invadieron el Palacio Presidencial y uno lo olvida.
Hace cuatro años, en Colombia, en Chile y en Ecuador casi explotan las instituciones. En Ecuador, hoy en día, tenemos un Estado fallido.
Creo que estamos en un continente que todavía padece turbulencias institucionales fundamentales y eso ahuyenta la inversión, en plena recuperación económica.
América Latina, a diferencia de otros continentes, tenemos un potencial enorme en biodiversidad, en recursos naturales, pero hay una desproporción entre la oportunidad y lo que somos. América Latina está en momentos muy complicados, especialmente complicados, ahorcados, por la deuda, por el narcotráfico y el crimen organizado, por la migración desregulada y todavía los socios más importantes de América Latina no atienden de que somos una parte de la solución.
Te recomendamos leer: Con Claudia Sheinbaum, AL tendrá dos presidentas: Rafael Correa
Brasil y Argentina, sólo ellos, alimentan todos los días a más de 800 millones de seres humanos, casi mil millones. Dos países del sur pueden alimentar a mil millones de seres humanos. Son potencias agrícolas, potencias alimentarias, potencias en proteínas.
Hay una crisis en el mundo de los fertilizantes y en el precio del petróleo. Pero la primera reserva de petróleo del mundo es Venezuela, y es la cuarta de gas. En cobre, Chile es potencia. En litio, Argentina, Bolivia y Chile tenemos un potencial. México en turismo.
Somos campeones, pero vivimos en la derrota porque creo que todavía no logramos superar nuestras crisis institucionales.
Por eso, a propósito de México, yo valoro enormemente el proceso de Morena que es construir una institucionalidad que sobreviva y que construya un país más justo.
P: No podemos dejar de hablar de la presencia del narcotráfico, y vimos la conexión entre los cárteles mexicanos y los grupos en Ecuador. ¿Cómo enfrentarlo?
– Yo me reuní –perdona, pero esto no lo digo como candidato– hace poco en Madrid con el jefe de la Policía española, una de las más prestigiadas de Europa. El jefe de la policía es un civil y me decía que mientras no entendamos en América Latina la importancia de la Ameripol (Comunidad de Policías de América), no vamos a avanzar. Existe Interpol, Europol y Ameripol tiene un mes que se actualizó.
Creo que la política exterior de América Latina es fundamental para la seguridad, pero sigue siendo muy ideológica y hay que hacer menos ideología y más política.
Por ejemplo, vuelvo a América del Sur. Tenemos un fenómeno migratorio muy fuerte, venezolano y colombiano, ¿no es cierto? Bien. ¿Usted sabe cuántas veces los presidentes de América del Sur se han reunido con Nicolás Maduro para hablar de seguridad? Cero.
Nosotros tenemos una crisis migratoria en Chile, al igual que México. De otro tamaño, de otra actividad. Entran por Bolivia, pero Chile no tiene embajador en Bolivia. ¡Ah pero tiene embajador en Italia!
Tenemos un embajador en Austria, tenemos una embajada espectacular, pero en Bolivia no y por ahí habría entrado un clan que se llama el Tren del Agua, que produce terror en América del Sur. Es un tren de crimen organizado. Yo diría que una parte de la solución también está en la política exterior.
P: ¿Qué mensaje le gustaría darle a los ciudadanos, no solamente en Chile o en México sino en América Latina en general?
– América Latina previo al Covid, venía mal y nos llegó –como decimos en Chile– el combo, un golpe brutal. Somos apenas el 7% de la humanidad en términos demográficos, pero el 32% de los muertos –un tercio–, lo aportamos nosotros.
Somos un continente rarísimo, porque tenemos nuestras propias particularidades: en el Caribe, Centroamérica y América del Sur. América del Sur es dos tercios de América Latina y tenemos tres economías fundamentales, que por primera vez estuvieron alineados bajo los mismos valores: Brasil, México y Argentina.
Entonces, América Latina todavía vive los demonios de lo peor de la política, como la manipulación ideológica. Necesitamos construir una coordinación regional: cuando las vacunas, no nos coordinamos para comprarlas. No nos coordinamos para cerrar nuestras fronteras, no nos coordinamos para la infraestructura, no nos coordinamos para combatir el narcotráfico, no nos coordinamos para combatir al crimen organizado, no nos coordinamos para el cambio climático. Somos completamente irrelevantes. Tenemos vecinos de México, islas en el Caribe, amenazadas con hundirse por el cambio climático.
Tenemos que aprender a integrarnos. Algo tenemos que hacer. Estamos en el peor de los mundos y la esperanza hoy día es Lula. Creo que entendió perfectamente que junto a AMLO, a Arce, a Petro, están construyendo una pequeña fuerza que se está empezando a escuchar.
La guerra de Ucrania y la guerra de Israel con Hamás, obligaron al mundo a mirarnos. No nos querían ver y dijeron “a ver, ¿y qué opina América Latina?” y ahí dijimos: “Un momento, no nos usen para sus problemas. Queremos ser parte de la paz y para eso somos una voz que tienen que escuchar”.
Me parece que eso va a ocurrir. En la tragedia aparece una chance para América Latina de ser oídos como parte de la solución para la paz en esos territorios de guerra, pero también para el mundo
P: ¿Qué proyectos vienen para Marco Enríquez-Ominam?
– En lo político, estoy tratando que la fuerza tranquila de cambio que en Chile se necesita le gane a una izquierda panfletaria y a una derecha obstruccionista. Estamos en el peor de los mundos: una izquierda sin rigor y una derecha bloqueadora y odiosa.
Hay que construir una fuerza tranquila de cambio, rigurosa, en una economía muy rara porque Chile es la Corea del Norte del capitalismo. Somos el país, probablemente donde el mercado ha llegado más profundamente, incluso a la sala de clases. Aquí no existe educación pública gratuita universitaria.
Entonces, la batalla del sentido común tenemos que volver a ganarla. La hemos perdido después de haber sido dos tercios del país hace un año, ahora somos hiper minoría. Estamos muy derrotados. Estoy empujando fuerte una fuerza tranquila de cambio rigurosa, no panfletaria.
Tengo una fundación de apoyo. Estamos haciendo cosas concretas en lo tecnológico y además como profesional, soy dueño de una productora de televisión y coordino el grupo de Puebla, que ha crecido sin parar.
Son 21 países y estamos atentos a lo que ocurre en Bolivia en la disputa política. Estamos atentos a los desafíos de Lula, estamos atentos a hacer puente con Venezuela, estamos atentos en que en Ecuador avance un proceso trágico. Seguimos de cerca el proceso mexicano, también el de Guatemala con Bernardo Arévalo, que lo recibimos en México hace como dos o tres meses como Grupo de Puebla.
Son 21 países, así que todos los días es muy intenso. Estoy en todo en el frente nacional y frente internacional, muy activo, muy contento y muy ansioso por construir un cambio tranquilo
P: Finalmente, ¿Cuáles son los planes y proyectos que vienen para el Grupo de Puebla?
Tenemos un Grupo de Puebla que está siempre atento. Estuvimos atentos, apoyando que se garantizara, de manera fraterna, en Guatemala según el valor humanista. Sin intromisión, pero que se respete la voluntad popular, apoyando y observando de cerca ese proceso.
En el corto plazo, vamos a hacer un encuentro sobre el Sistema Financiero con el famoso tema de la moneda común. ¡No “única”!, pero una moneda común. Es un tema que a veces se confunde. Proponemos una moneda común. Pueden haber varias monedas y una moneda común.
Vamos a avanzar también en el tema de cambio climático, en un encuentro físico. Vamos a hacer también el famoso encuentro de Puebla, en el que habrá una serie de 21 países.
Vamos a producir un documento sobre desarrollo regional, que lo vamos a profundizar el grupo académico, después el grupo parlamentario y después el grupo jurídico.
Vamos a avanzar muy pronto en un pronunciamiento contra las sanciones unilaterales delirantes que se le aplican a Cuba y a Venezuela, que son inhumanas. Sanciones que lo único que hacen es quebrar la dignidad de un pueblo. Si se pretendía sancionar un proyecto político, lo que han hecho es humillar a los niños de Cuba y Venezuela. Tenemos sanciones unilaterales, improductivas, ineficientes y crueles como pocas hemos visto.
P: Agradecerle mucho la disposición para la entrevista y me gustaría preguntarle si quisiera agregar algo a manera de cierre, algún punto que nos haya quedado por conversar o algo que quiera reforzar de lo que hemos platicado.
Nada, que Publimetro es un medio atípico, porque es un medio particularmente periodístico, que cubre la noticia. Yo nunca le pido a un medio que sea objetivo ni neutro, no creo en eso, pero sí creo en que sea plural. Es un medio que no tiene sesgo a la hora de abrir, de liberar, la palabra en América Latina.
Es muy importante porque lo sigo y en los países que está, juega un rol muy importante en términos de pluralismo y la democracia tiene dos bienes jurídicos: la libertad de expresión –que está garantizada en América Latina– y el acceso a la información plural, que es más complicado el tema en general. Felicito a este diario y cuando me comentaron que teníamos esta entrevista dije inmediatamente. Me fascina, gracias por el espacio y mucho éxito.
Fuente: Publimetro