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Columna | El narco, los fiscales y sus prioridades – por Marco Enríquez-Ominami

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«Si sigues la droga vas a detener distribuidores y unos cuantos drogadictos… tenemos que seguir el dinero, porque si seguimos el dinero… nadie sabe qué vamos a encontrar». Eso dice el detective Lester Freamon, de la premiada serie The Wire, y tiene razón. No por nada la serie fue escrita por un periodista que conoció profundamente la realidad política y social de Baltimore.

Las preguntas, entonces son obvias: ¿Quién está siguiendo el dinero del narcotráfico en Chile? ¿Tienen los fiscales la capacidad para realizar este trabajo? ¿Son suficientes? ¿Están entrenados o destinados para esto? ¿Están coordinados con la policía?, y, fundamentalmente, ¿cuenta la institución con la transparencia y la independencia requerida para actuar en la detección y detención de las mafias y corrupciones asociadas al narcotráfico?

Pregunto esto porque por diez años fui acusado e investigado por hechos que no eran delitos -como ha quedado demostrado en distintas causas y juicios- pero, pese a esto, la fiscalía destinó en mi contra, y con dinero de todos, 28 fiscales. Dos de ellos con dedicación exclusiva, quienes, durante años, han cobrado además de su sueldo de entre 5 y 6 mil dólares mensuales, costos por chofer y viáticos. ¿No tendrán algo mejor que hacer los fiscales en Chile, digo yo?, como, por último, hacer algo tan inaudito como investigar narcotraficantes.

Pongo mi ejemplo, no porque me duela -aunque ciertamente me duele-, o por lo kafkeano de mi persecución, sino que, primero, porque como el mío hay cientos de casos, probablemente más dolorosos -yo tuve el privilegio de contar con abogados y con la constancia para defenderme- y segundo, porque tenemos que preguntarnos, a la luz de este absurdo, si la fiscalía y sus funcionarios de altos rangos, hoy por hoy, tienen como objetivo el poder o la justicia. Si lo que buscan como institución es perseguir el narcotráfico, la corrupción o los crímenes violentos, por ejemplo, o si ese objetivo institucional se les olvidó y están dedicados a obtener más poder, y con el más influencia, más fama y más privilegios.

Las propuestas del diputado Jaime Araya son la columna vertebral para perseguir el narcotráfico en Chile, porque ponen el foco donde es preciso: en la ruta del dinero. Son sus propuestas la creación de una fiscalía supraterritorial, la creación de una inteligencia financiera -que permita suprimir ante sospechas de narcotráfico el secreto bancario- y permitir e impulsar a la Fiscalía para que actúe de oficio ante sospechas de delitos relacionados con el narco.

El horizonte, con estas ideas, es promisorio y nos llena de esperanza, pero cuando miramos el presente de la institucionalidad comisionada en la investigación y persecución de estas mafias nos quedan más dudas que certezas: ¿En qué está la Fiscalía? ¿Para dónde están mirando? ¿Para donde están dejando de mirar? ¿Para dónde no quieren hacerlo?

 

Fuente: El Desconcierto.