Comienza una nueva carrera de Marco Enríquez-Ominami por la Presidencia. La primaria ya pasó y el candidato del PRO da las primeras luces de lo que viene. No tiene seguridad de que todos los que hoy están en competencia vayan a llegar a noviembre, pero así lo espera. Rescata la cosmovisión de Alfredo Sfeir, pero no ve con buenos ojos la rabia de algunos. El se declara indignado, pero no enrabiado. No le gusta que haya ciertos candidatos que compren colegios y lucren con ello. “No es muy elegante”, lanza con su fina ironía. Considera que hay mucho populismo de izquierda y de derecha, pero finalmente prefiere eso a estar solo en este desafío, ya que asume que en 2009 no le alcanzó y piensa que el abanico de candidatos que hoy va por fuera aporta mucha energía al colapsado sistema político del cual él es tan crítico.
Sobre las elecciones primarias, lo que más le llamó la atención fue el desplome de la DC, no la votación obtenida por Andrés Velasco. Admite que a éste no lo conoce y, aunque discrepa de sus ideas, se terminó por reconciliar con su candidatura y admiró su energía. Pero del resto, poco. Para el ex diputado socialista el hecho de que no haya votado el 80 por ciento del padrón electoral deja todo muy abierto para el 17 de noviembre.
–¿Velasco jugó hoy el rol suyo de 2009?
–Creo que fueron todos. Hay como 10 candidatos que están tratando de recorrer el mismo camino que abrí en 2009. En eso ganamos esa vez. Instalamos una tónica de campaña, un vocabulario y una energía distinta. Me siento triunfador, junto a muchos chilenos, de que la política haya cambiado. Me parece muy interesante en lo ético, porque uno como candidato empuja los límites de la sociedad. Puedes ganar o perder, pero corres los límites.
–¿Cuántos votos pierde por el hecho de que haya tantos candidatos díscolos recorriendo su mismo camino?
–No soy nuevo, pero puedo ser original. Esto no es como el supermercado y lo importante no es ser un champú nuevo. Mi combate es la visión de sociedad. Esto no comenzó hace tres meses, partí hace cuatro años y me he preparado para proponer a todos los chilenos un camino distinto. Contra la visión economicista, contra el abuso y contra la afirmación de la máxima felicidad al menor costo. No estoy de acuerdo con eso. La felicidad tiene costos y hay valores universales. A nuestros hijos hay que enseñarles valores y herramientas, no a competir, ganar o perder. Eso es para el deporte. En la casa, mis hijas aprenden a colaborar. En eso no me parezco a ninguno de los candidatos. En las formas puede que haya similitudes. Ojalá me copiaran la convicción por las primarias parlamentarias.
–Era más fácil enfrentar a Frei con una Concertación debilitada, en lugar de Michelle Bachelet con el arrastre que tiene en la gente.
¿Cómo se va a plantear en este escenario?
–Vamos por partes. Puede ser cierto lo de Frei, pero no es menos cierto que no estaba tan preparado como hoy. No tenía partido ni una fundación, no había publicado libros ni recorrido siete veces Chile. Era otro. Tenía 35 años, hoy tengo 40. La Concertación está más desprestigiada. Me suena conocido que se presente un ingeniero economista de derecha y exitoso: Longueira-Parisi. Eso también era Piñera y eso que éste votó por el “No”. Piñera no había comprado colegios para lucrar con ellos, votó contra Pinochet y ganó apenas. Si en la primaria del 99 Lagos le ganó a Zaldívar con un 70 por ciento y terminó empatado con Lavín en primera vuelta y yo estoy más preparado, creo que tenemos más oportunidades. Están más abiertas las elecciones. Bachelet no es Frei, pero Longueira no es Piñera.
–¿Desde dónde va a construir su mensaje para lograr impacto?
–Las convicciones son las mismas. Sigo en rebeldía con la oligarquía, el clasismo, los apellidos, con la norma de que el uno por ciento se lleva el 30 por ciento de los impuestos. Creo que Chile es un país anormal y los anormales son los otros candidatos, no nosotros. Nos acusan de marginales y ellos son los que están fuera del sentido común. Por tanto, el triángulo Empresarios–Concertación–Derecha defiende el mismo tipo de país. Tiene una visión de la sociedad donde lo único que les interesa es que la gente compita y que es eso lo que genera prosperidad. Eso no va a cambiar. Hoy tenemos plataforma en Cochamó, Quellón, Porvenir, Puerto Montt… tenemos una estructura de concejales y alcaldes.
–En 2009 hizo algunas propuestas que hoy han recogido otros candidatos, en especial Michelle Bachelet. ¿Cómo se va a desmarcar del programa de la Nueva Mayoría que se puede asimilar al suyo?
–¿Qué propuso Bachelet? ¿Qué ganó en la primaria? No ganó la Asamblea Constituyente ni el matrimonio igualitario ni la educación pública gratuita y de calidad. Ganó Bachelet y su biografía. ¡Qué bueno que Bachelet tome mis ideas, pero tengo otras! Además, yo pregunto cuáles. Nos copió las primarias parlamentarias. Creo en los derechos universales garantizados. La competencia es buena para vender pollos, para las farmacias y la electricidad… cuando compiten en serio y no en este tongo. Pero la competencia no tiene que ver con educación y pobreza. Todo el sistema político, económico y cultural piensa que lo bueno es competir. No se da cuenta que lo que puede ser bueno para las olimpíadas no lo es para la pobreza o la vivienda.
–¿Nadie comparte esta visión?
–Esta es mi visión de sociedad y hoy estoy menos dispuesto a pelear con el duopolio. Me cansé. Hay una crisis con la democracia. Nosotros no negamos sólo a la derecha y a la Concertación. Allamand escribió “El Desalojo” y luego han dicho que se quieren quedar en el poder, no para cambiar el país, sino para no pasar la vergüenza de no poder reelegirse. La Concertación dice que no se trata de cambiar Chile, sino de sacar a la derecha. Y si les preguntas qué quieren hacer con el poder, te dicen que eso se ve después. Yo quiero otra cosa. Hay que cambiar el paradigma. Los economistas no son la solución a todo. Creo que somos más felices si vivimos juntos y si construimos un sistema de derechos.
–Dice que está cansado de pelear con la Alianza y la Concertación. ¿Qué aprendió de estos cuatro años de batalla?
–Son incombustibles, incorregibles e infatigables en su hambre de cupos y sólo los sostiene el sistema. Piensa por un momento que vives en La Serena y que votaste en la primaria presidencial, pero ¡ups!, no para senador. Eso te lo van a mandar en un barquillo o en un sobre. Eso te lo dicen a través de La Segunda. Ese es el preescolar de la democracia y ellos no lo pasan. Quiero educación para los chilenos, incluyendo a los políticos. Quiero primaria para todos los cargos. El corazón de la democracia está en el Ejecutivo y el Legislativo y se hacen primarias sólo para una pata de la mesa. ¿Por qué? Ahí tienen la Cutufa, el poder, y eso no va a cambiar, porque están protegidos por el binominal. “No me emborracho con las encuestas”.
–¿Qué ve en la algarabía que demuestra la UDI? ¿Sienten que lo importante era ganar a Allamand sin importar el resultado del vecino?
–La derecha está encadenada al pasado y su defensa del nombre de la Avenida 11 de Septiembre es simbólico. Ni siquiera la derecha liberal que intentó vender Piñera en 2009 logró desatarse del pasado. Siguen siendo conservadores. Tienen pocas posibilidades de ganar y de pasar a segunda vuelta. Se va a instalar ese discurso y se les viene un severo problema.
–¿Dónde se va a instalar usted?
–En el progresismo, con los liberales. A los que votaron en 2009 les digo que hemos forjado un camino y mientras Bachelet habla de ciudadanía, los presidentes de partido de nuevo están repartiéndose el animal. Siguen asignándose los cupos. Mientras Longueira habla de derecha popular, se parapeta en un café de Vitacura, desde donde ese uno por ciento se come el 30 por ciento del ingreso del país. Somos otra cosa.
–¿No ve algún cambio de la Concertación, luego de casi cuatro años fuera del poder?
–No cambió nada. La Concertación no escuchó el mensaje. Todavía siguen creyendo que en 2009 perdieron por culpa mía. Ellos creen que son blancas palomas y el no hacer primarias parlamentarias es el reflejo de que no entendieron nada.
–¿Bachelet viene a ocultar ese statu quo?
–Tengo una buena impresión de ella, me cae bien y fui un diputado leal, menos cuando se quiso privatizar la educación pública. Pero ella ha dicho algo muy complejo, que es candidata no porque ella quiera, sino porque se lo pidieron. Dice que vino porque no hubo renovación. El deseo presidencial es importante. Tú vas a ser Presidente porque lo deseas. Yo soy candidato porque me lo pidieron y porque quiero. Estoy dispuesto a sacrificar cuatro años hasta el límite de mis fuerzas. Ella lo plantea como que le está haciendo un favor a la Concertación.
–¿Cuál es el futuro de un país con un Presidente que no quiere serlo?
–El último que dijo eso fue Fernando de la Rúa en Argentina. Que decía que a él lo llamaron. No me gusta ese tipo de candidatos. Es injusto para los chilenos tener un Presidente que les está haciendo un favor de gobernar. Yo me muero de amor por los chilenos. Por eso me preocupa que el 85 por ciento de las mujeres gane menos de 580 lucas. Una mamá que gana un millón de pesos al mes con tres hijos en la universidad, en Chile es considerada millonaria en el mundo de Bachelet y Longueira. En mi mundo es vulnerable, porque tiene que vivir con 200 lucas al mes. Para ellos es normal que se gaste 900 mil pesos en educación superior, para mí es anormal. Para Bachelet y Longueira es normal el Transantiago, para mí es anormal. Para ellos Chile es un país rico, para mí es un país muy pobre. Esas son las diferencias. Crecimiento no significa desarrollo humano. Para Bachelet y Longueira la desconfianza política se compra con bonos o crecimiento económico y ellos me tratan de anormal…
–¿Y por qué siguen votando por ellos?
–Está por verse. La alcaldesa de Santiago ganó sacando menos votos que con los que perdió Ravinet la elección anterior. Nosotros nos omitimos en 280 comunas, porque si hubiésemos llevado candidatos en todas las comunas, el resultado hubiese sido otro. Cuidado con la arrogancia del balcón. Falta que se exprese el 80 por ciento de los chilenos.
–¿Cómo está su relación con las encuestas?
–Las que veo son robadas, porque no hago encuestas y hay algunas que nos dan un paso a segunda vuelta.
–¿Va a confiar en las encuestas?
–Marta Lagos dijo en 2009 que tenía un uno por ciento y ahora dijo que en las primarias iba a votar un millón de personas. Pero ella no es la única. Como dijo Clinton, las encuestas son como los perfumes: ricos de oler, pero no hay que tomárselos. No me emborracho con las encuestas.
–¿Cuándo aparecerá en escena su mujer, Karen Doggenweiler?
–La Karen va a aparecer antes del 17 de agosto. Ella va a ser un pilar esencial, fundamental, racional y emocional, contraintuitivo e intuitivo de la campaña presidencial. Ella va a ser un motor.
–¿Por qué no ha salido antes?
–Porque el canal se lo ha pedido y la campaña presidencial empieza el 17 de agosto.
–Usted dice que se ha convertido en un candidato menos sexy que en 2009, políticamente hablando. ¿Se va a volver más sexy de aquí a noviembre?
–Sería más sexy si singularizara mis ataques en un candidato y va a ser inevitable que eso ocurra, porque va a empezar la campaña más sucia. Me gustaría una campaña menos sexy y más densa, pero las ideas son menos sexies que el conflicto.
–Ahora su partido está en conflicto por el tema de las inscripciones.
–Pero es un conflicto que tiene algo judicial y acotado, el que se ha magnificado por la desinformación. Los hechos son que el 14 de junio ante tres casos de posible falsificación de firmas, nosotros fuimos a la Fiscalía a poner la denuncia. Pedimos que se investigue a todos los partidos. De las dos mil personas que pidieron desafiliación en el Servel, 400 eran del PRO. Las contactamos a todas y finalmente los casos cuestionados son 40. O sea, 40 de las más de 60 mil firmas que conseguimos, me parece acotado. Esto va a ser un boomerang para el resto de los partidos. Nosotros tenemos 40 casos que nos preocupan y ocupan. Hemos hecho las cosas con máximo rigor. Nos hemos demorado cuatro años en esto. Si quisiera haberlo hecho más rápido, podríamos haberlo hecho más rápido y con menos cuidado.
Fuente: Cosas.com