Patricio Navia
La polémica que se ha suscitado por la decisión del Servicio Electoral (Servel) de facilitar el proceso de reinscripción de los partidos políticos tradicionales evidencia la captura y el cuoteo que han hecho de instituciones del Estado que debiesen ser autónomas e independientes. Porque el Servel defiende los intereses de los partidos en que militan sus consejeros más que el interés público de garantizar que los procesos electorales sean transparentes, competitivos y que haya igualdad de condiciones para todos los que compiten, no sorprende a nadie la decisión de crear un mecanismo express para que los partidos tradicionales puedan superar el requisito de reinscripción de antiguos militantes.
La fortaleza de las instituciones democráticas depende de que se cumplan las reglas del juego diseñadas con antelación y se respete el principio de igualdad ante la ley. El Congreso Nacional aprobó una ley enviada por la Presidenta que flagrantemente violó el principio de igualdad ante la ley. Mientras los nuevos movimientos que buscan convertirse en partidos políticos deben cumplir con un set de requisitos para lograr constituirse como tales, los partidos tradicionales deben satisfacer requisitos diferentes. Mientras los movimientos nuevos naturalmente solo pueden sumar nuevos adherentes, los partidos tradicionales pueden sumar nuevos adherentes o reinscribir personas que ya se encontraban oficialmente inscritas en el partido. Como el procedimiento para sumar nuevos adherentes es más fácil, todos los partidos tienen incentivos para seguir ese camino. La reinscripción de antiguos adherentes es un proceso más complejo precisamente porque la ley buscaba asegurar el consentimiento informado de los antiguos militantes. Como muchos de esos militantes se inscribieron hace muchos años y los partidos no tienen buen sistema de fidelización (lo que hace que ni siquiera sepan cómo contactar a muchos de ellos), los partidos tradicionales han tenido dificultades para obtener el consentimiento formal de esos militantes.
Dada la lentitud con la que ha venido avanzando el proceso de reinscripción de antiguos militantes, varios partidos pidieron al Servel que cambiara el mecanismo a través del cual se puede dar el refichaje. El Servel aceptó y estableció un nuevo mecanismo, a través del cual los partidos tradicionales pueden reinscribir militantes enviando desde un correo electrónico una copia escaneada del carné de identidad de aquellas personas que alguna vez en el pasado se inscribieron como militantes del partido.
La polémica no se ha dejado esperar. Representantes de los nuevos movimientos acusan trato discriminatorio. El presidente consejero del Servel, Patricio Santa María, un militante DC, ha defendido la medida. Los otros cuatro consejeros —tres de ellos militantes en el PS, UDI y RN respectivamente, y la cuarta cercana al PPD— han secundado la decisión. Si bien hay argumentos razonables para sugerir que la situación de los partidos tradicionales y de los nuevos es diferente, la ley debe ser pareja para todos. Es más, la decisión de forzar a todos los partidos a que partieran de cero en la inscripción de militantes se debió a que existían razones fundadas para creer que muchos de los anteriormente inscritos lo fueron irregularmente. Peor aún, ya que varios de los partidos tradicionales han avanzado razonablemente en su proceso de reinscripción de militantes, resulta incomprensible que el Servel cambie las reglas a mitad de camino.
La decisión no tiene ningún sentido lógico, salvo la protección de los intereses de los partidos tradicionales. El hecho de que los consejeros del Servel hayan sido cuoteados entre militantes de partidos tradicionales explica por qué ese organismo confunde su misión de velar por un proceso electoral transparente y que garantice igualdad de oportunidades, con reglas claras y justas. El Servel ha sido capturado por los partidos políticos y defiende sus intereses, no los valores que debieran inspirar a nuestra democracia.
La gran amenaza para la democracia chilena hoy es que ha sido secuestrada por los partidos que han copado los cargos de gobierno con militantes que defienden los intereses partidistas más que los objetivos y misiones de las instituciones en las que trabajan. Si bien varios —no todos— de los consejeros del Servel tienen credenciales para ocupar sus cargos, ninguno de ellos hubiera sido nombrado si en vez de militar se hubiera mantenido como independiente. La causa de su nombramiento no reside en sus credenciales académicas o capacidades técnicas, sino en su militancia partidista. Lamentablemente, este escándalo con el sistema de reinscripción de los partidos tradicionales muestra más allá de cualquier duda que el Servel ha sido secuestrado por los intereses de los partidos tradicionales.
Fuente: El Libero