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[El Pais] En Chile, la economía se comió la democracia

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La vida es una lotería es el título de una de las series de televisión de mayor éxito en la historia de Chile. Ficción basada en hechos reales, la serie contaba las vicisitudes de un ganador del sorteo que no sabía que le había tocado, pero los espectadores sí. La fórmula arrasó —se emitió ininterrumpidamente durante siete temporadas (2000-2007) y en otros muchos países americanos, incluido Estados Unidos— y agotó a su autor, hoy líder del Partido Progresista, Marco Enríquez-Ominami —“fue un infierno.

 

Hice 80 telefilmes y se me atrofió el ojo, la televisión es la dictadura del plano medio”, bromea—, que a sus 42 años está decidido a competir de nuevo por la presidencia, un premio que se le escapó en las elecciones de 2009 y 2013.

Hijo del secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el médico Miguel Enríquez, muerto a tiros por la policía política de Pinochet en octubre de 1974, se exilió con su madre en Francia y adoptó como segundo apellido, de origen japonés, el de su padre adoptivo. De regreso a Chile se metió de lleno en el juego de la política, primero como diputado por el Partido Socialista y después, tras romper con la Concertación, fundando en 2010 el Partido Progresista.

Ahora vuelve a encabezar las encuestas y trata de consolidar “un bloque transformador de centro izquierda”. De paso fugaz por Madrid tiene previsto entrevistarse con los líderes de Podemos, con quienes comparte, como él dice, “la maldición del tercer puesto”. “Tienes que hacer una doble oposición, al ganador y al segundo, y no es nada fácil”.

Pregunta. ¿Qué está pasando en Chile? Las protestas de estudiantes se suceden y estallan escándalos de corrupción política, algo inédito hasta ahora…

Respuesta. Chile es la Corea del Norte del capitalismo. Tiene la economía más abierta, bajísima presión fiscal y el menor papel para el Estado. La transición neoliberal de Pinochet impuso la idea de que era posible alcanzar la máxima felicidad al menor coste, algo que la gente ahora no comparte. Chile ya no es una buena casa en un mal barrio. Nos parecemos al resto de América Latina. Se redujo la pobreza pero no se cambió el modelo de desarrollo. Se acabó el ciclo de los crecimientos promedio del 4%, aumentó nuestra dependencia de los recursos naturales y también la desigualdad. Además, no hemos entendido la importancia de Internet y de las redes sociales. Todo esto explica la indignación ciudadana y la contestación a los líderes.

P. ¿Qué hacer entonces?

R. Repolitizar la sociedad contra la dictadura de los economistas. La economía en Chile se comió el derecho y la democracia. Los cuatro últimos ministros de Educación eran economistas, cuando lo que necesitamos son historiadores, filósofos, sociólogos que nos den respuestas.

P. ¿Por qué defiende una nueva Constitución?

R. Porque no hay forma de crear un nuevo ciclo político y recuperar la confianza de la gente en la clase política si no se hace una nueva Constitución. La Constitución de 1980 no es neutra. Es de derechas y no solo por ser de Pinochet. Responde a un proyecto político neoliberal, donde el capital prima sobre el trabajo, el Estado tiene un papel subsidiario, expulsa del sistema a los indígenas y además es centralista en un país de 5.000 kilómetros de longitud. Necesitamos más Estado y más gasto público.

P. Michelle Bachelet abandonó la presidencia tras su primer mandato con una altísima popularidad, ahora atraviesa momentos difíciles. Se dice que está siendo boicoteada por los empresarios…

R. Prefiero a la segunda Bachelet, con menos popularidad pero más reformista. No comparto los caminos que toma, pero sí las banderas que abraza. El empresariado chileno es muy irresponsable, están como en huelga de capital. Insisten en que si cambian las reglas habrá incertidumbre, y lo dicen cuando el 50% de los chilenos es vulnerable y vive en la incerteza.

P. ¿Dejó Chile de ser un modelo para América Latina?

R. Sí. Ser buen compañero es más importante que ser el mejor alumno de América Latina. Esto ya no le sirve a Chile. No tiene sentido que el gas nos llegue de Indonesia o que no exista un solo túnel con Argentina ni que teniendo solo tres vecinos, estemos litigando con dos de ellos, Bolivia y Perú, en La Haya. Tenemos mucho en común, no solo culturalmente, con América Latina, sino también problemas, como la energía o el narcotráfico.

P. ¿Cuál es su opinión sobre la crisis venezolana?

R. Venezuela es una democracia en problemas. Y si es un error encarcelar a los opositores demócratas, creo que también lo sería tratar de aislar a Venezuela.

Fuente: El País